InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: General

26.03.24

Historia de dos traidores

La historia de la humanidad y de la creación entera tiene un centro, que es la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Todo lo que ha sucedido y lo que sucederá, antes o después de ese centro, mira hacia él, lo anuncia y lo refleja de algún modo.

Por eso, al celebrar la Semana Santa, no solo recordamos lo que sucedió hace dos milenios, sino que también descubrimos que esa historia de salvación se hace presente en nuestras vidas. Al contemplar el gran Misterio de la Pasión, logramos entender el pequeño misterio de nuestra vida y nuestros sufrimientos y oscuridades. Se ilumina la voluntad de Dios para nosotros, podemos ver cómo el mal terrible de nuestro pecado cae sobre Cristo, se nos ofrece la gracia divina que Él ganó para nosotros y escuchamos el anuncio de la victoria de nuestro Señor sobre nuestra propia muerte y nuestros propios pecados.

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22.03.24

El sueño de la Cruz

Pensando que sería una buena introducción a la Semana Santa, estuve ayer traduciendo a vuelapluma un fragmento del poema El sueño de la Cruz. Data del siglo octavo y se considera el más antiguo poema cristiano en lengua inglesa (inglés primitivo o anglosajón) que se ha conservado.

Son versos muy bonitos, que dejan traslucir la vieja tradición de los héroes germánicos, aplicada a la mayor gesta heroica de la historia, que es la Redención: Cristo, descrito como un guerrero valeroso que acude presto y deseoso al combate; la creación entera llorando al ver herido y clavado en el madero al más bello de los hombres; la misma cruz, tentada de doblarse y romperse ante tal peso, pero resistiéndolo para que se cumplieran las profecías… Si esto no es la gesta de las gestas, no sé lo que es.

Una de las cosas en las que he estado pensando es en todo lo que me une al anónimo poeta anglosajón. A más de un milenio de distancia, su fe y mi fe son la misma. Cuando habla de nuestra Señora honrada entre todas las mujeres, de la veneración de la Cruz gloriosa, de Cristo redentor y el único sendero de la vida, yo puedo hacer mías sus palabras sin ninguna vacilación. Estoy más cerca de él que de mis vecinos agnósticos y, lamentablemente, más que de muchos clérigos que parecen creen en cualquier cosa menos en la fe católica. Es mi hermano, mi familia y espero verlo un día en el cielo, si Dios quiere. En verdad la Cruz de Cristo es lo único que no pasa en este mundo: stat Crux, dum volvitur orbis.

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17.03.24

Fracasando, gracias a Dios

Al hilo de los años, que van pasando implacablemente, todo el mundo se pregunta en algún momento si ha fracasado en la vida y si habría sido mejor elegir un rumbo distinto. quizá si hubiera hecho tal cosa o no hubiera hecho esa otra, las cosas habrían sido diferentes. ¿Por qué no me di cuenta? ¿Por qué fui tan tonto? ¿Por qué, por qué, por qué…?

Aunque para el interesado sea generalmente una experiencia desagradable, lo cierto es que no hay nada de raro en ello. A fin de cuentas, nuestros proyectos, expectativas y deseos son ilimitados, maravillosos y color de rosa y la vida se caracteriza más bien por lo contrario. Uno puede soñar de niño con ser astronauta, bombero y también jugador profesional de fútbol, pero es difícil que en la vida real esas profesiones resulten compatibles. Una chica podría imaginar su boda con un príncipe azul que combine las mejores cualidades de Mr. Darcy, San Luis Rey de Francia y un galán de Hollywood, pero el número de ese tipo de maridos es bastante reducido, por no decir que tiende a cero.

En ese sentido, madurar tiene mucho que ver con entender y aceptar que nuestros sueños no coinciden con la realidad y en aceptar esta última tal como es, aunque no esté a la altura de lo que esperábamos. Por lo tanto, esa sensación ocasional de fracaso solo es un gaje completamente natural de crecer y envejecer al que no hay que dar mayor importancia, el precio de vivir en un mundo imperfecto. Hasta aquí, todo podría haberlo dicho también un psicólogo, pero, como los psicólogos no suelen saber de lo que hablan, es aconsejable ir más allá, pasando de lo resignadamente natural a lo sorprendentemente sobrenatural.

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7.03.24

Crónica de una confesión (en el tribunal de la impenitencia)

Traigo hoy al blog la colaboración de un autor invitado, D. Federico María, que nos ofrece el divertido diálogo de una confesión imaginada, según los presupuestos de la “nueva moral” que propone el flamante Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández.

Aunque el formato sea algo incómodo, no dejen de leer las notas del final cuando vayan apareciendo en el texto, porque en ellas se muestra que la comedia del diálogo, por disparatada que parezca, no es más que la aplicación seria y literal de las indicaciones del cardenal Tucho Fernández. Vivimos en tiempos tragicómicos, en que lo surrealista y absurdo es el pan nuestro de cada día.

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20.01.24

La buena tristeza ante el estado de la Iglesia

A veces escuchamos que hay que ahuyentar cualquier tristeza, porque lo propio del cristiano es la pura alegría, mientras que la tristeza solo viene del demonio. Quizá por eso hay personas y grupos en la Iglesia que tienen como distintivo la sonrisa permanente y la consigna de que todo siempre va bien. Incluso angustian a pobres gentes diciéndoles que, si sienten tristeza, es porque no tienen suficiente fe o barbaridades por el estilo. Sin duda, los que dicen y hacen estas cosas tendrán buena intención, pero están confundiendo el cristianismo con algo que no es, influidos por el buenismo y el voluntarismo que hay en el ambiente.

Lo cierto es que, como enseña Santo Tomás, la tristeza no siempre es mala. Más aún, cierta tristeza es signo de virtud: “La tristeza inmoderada es una enfermedad del alma, pero la tristeza moderada pertenece a la buena disposición del alma, según el estado de vida presente” (ST I-IIae, q. 59).

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