Un elemento extraño
El otro día fui a visitar a una amiga mía que tiene veinte años y es monja de clausura desde hace tres. Clarisa para más señas. Hay algo que siempre me llama de atención de las monjas de clausura cuando visito un convento: la alegría que tienen. Yo no conozco a nadie más alegre y más feliz que las monjas de clausura.