17.02.25

Nuevo libro: Bestiario de Predicadores

¿A quién no le fascinan los antiguos bestiarios y libros de los naturalistas clásicos, con sus esbozos de especies misteriosas y exóticas? ¿Quién no ha deseado ir por el mundo dibujando, en un ajado cuaderno de tapas de cuero, un buen número de olifantes, cameleopardos, unicornios, hidras, pegasos y aves fénix?

Estoy muy atareado y algo viejo para embarcarme en expediciones a los confines de la tierra, pero nada me impide inventarme una y eso es lo que he hecho. Eso sí, como la mayoría de los bichos exóticos ya están al alcance de la mano en cualquier zoo, decidí dedicar mi expedición a estudiar el ser más exótico y misterioso de todos: el predicador.

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13.02.25

No nos avergoncemos del combate

Sucede a veces que los ancianos, al final de su vida, cuando se les va la cabeza, comienzan a decir barbaridades e incluso insultos, groserías y procacidades. Sus cuidadores y familiares, como es lógico, lo pasan muy mal e incluso pueden escandalizarse de ello, sintiéndose desilusionados, como si esas barbaridades fueran un indicio de que el anciano había estado engañándoles toda su vida. Nada más lejos de la realidad.

Cuando algo así sucede, ya no es el anciano el que está hablando, sino los demonios con los que combatió y a los que mantuvo a raya toda su vida en una lucha sin cuartel. Una vez que su mente, debilitada, ya no está presente para hacerles frente, los demonios rugen y alborotan, intentando desquitarse con su cuerpo enfermo de lo que no pudieron lograr en buena lid. No se trata, pues, de algo de lo que haya que avergonzarse, sino de un timbre de gloria de ese veterano guerrero.

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10.02.25

Trump y el espinazo de la modernidad

Parece que el presidente Trump nos despierta cada día con alguna nueva iniciativa, cada una más sorprendente que la anterior, desde la eliminación de organismos de subsidios turbios y la deportación de inmigrantes ilegales a la creación de un departamento de eficiencia gubernamental (un oxímoron donde los haya) o la marcha atrás en temas de transexualidad. Sus iniciativas y planes, además, no se limitan al interior de los Estados Unidos, sino que afectan a lugares tan dispares como Groenlandia, Gaza, Canadá, México o Panamá.

Sus enemigos políticos no esperaban esta vorágine de medidas y la nueva situación les ha pillado con el pie cambiado. Lo que más me interesa a mí, sin embargo, es la reacción de los católicos. Algunos están (con cierta razón) encantados con Trump y consideran desleal o desagradecido oponerle cualquier crítica. Otros (también con cierta razón) se empeñan en señalar que, en muchas cosas, las políticas de Trump y su conducta personal se apartan considerablemente de la moral católica, por lo que cualquier católico debe condenar públicamente al personaje.

A pesar de tener ambos su parte de razón, como ya he dicho, creo que ni unos ni otros aciertan en el diagnóstico general. Y tampoco lo hacen los que piensan que la verdad está en el término medio. Lo cierto es que la importancia de Trump no está en sus políticas concretas, algunas de las cuales son estupendas y otras absurdas o inmorales. Es necesario ir más allá. Lo importante de Trump es que es una señal, un signo de victoria que, de un solo golpe, ha roto el espinazo de la modernidad.

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29.01.25

La funcionarización de los obispos

Ya hablamos hace tiempo, en un artículo titulado La bananerización del derecho en la Iglesia, de la tendencia preocupante a prescindir del derecho canónico en el ámbito eclesial, cambiándolo por la mera arbitrariedad y dejando indefensos a los fieles. Esa tendencia, por desgracia, parece ir acentuándose cada vez más, en lugar de corregirse, y quizá su aspecto más llamativo sea el peligro de convertir en la práctica a los obispos en meros funcionarios empleados por el Papa.

Durante los últimos doce años, hemos visto cómo los obispos son tratados de forma poco acorde con su condición y prescindiendo de los procesos canónicos pertinentes o incluso de las normas de cortesía más básicas. Esto es muy grave, teniendo en cuenta que se trata de sucesores de los apóstoles, que deben ser tratados como tales. ¿Alguien imagina, por ejemplo, que San Pedro se negara a recibir al apóstol San Felipe cuando este intentara hablarle de cuestiones graves o gravísimas? ¿O que destituyera a Santo Tomás sin explicarle siquiera por qué lo hacía? Desgraciadamente, algo así es lo que parece que ha sucedido numerosas veces en este pontificado.

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23.01.25

Así es la rosa

No la toques ya más, que así es la rosa”, dice un feliz verso de Juan Ramón Jiménez. Es un buen consejo, que todo pintor, escritor y artista debería tener muy presente: cuántas veces una pintura, un libro o una obra de arte se estropean porque el autor se empeña en seguir haciendo cambios cuando ya no hay que tocarla más. Así es la rosa y no la vas a mejorar.

El consejo, sin embargo, no vale solo para artistas y los católicos haríamos bien en meditarlo también. En efecto, una tentación que siempre ha estado presente en la historia, pero más que nunca en nuestra época, es la de hacer cambios en la fe para “mejorarla”: quitamos esto, cambiamos un poquito aquello, añadimos esto otro y todo va a quedar mucho mejor, ¿no es cierto?

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