InfoCatólica / Espada de doble filo / Archivos para: Septiembre 2023

27.09.23

Silencios episcopales

Todo muchacho español debería leer al menos una vez Embajador en el infierno, una verdadera anábasis española en la que se relatan las peripecias del capitán Teodoro Palacios Cueto y el puñado de oficiales y soldados españoles de la División Azul que fueron tomados prisioneros por los soviéticos. Durante doce larguísimos años fueron pasando por campos de concentración a lo ancho y largo de la inmensidad rusa (y la actual Ucrania), sometidos a innumerables penalidades, vejaciones y presiones por parte de los guardias y comisarios soviéticos, antes de conseguir regresar a España. Su entereza, valentía, caballerosidad y patriotismo deberían ser un ejemplo para nosotros en estas épocas más blanditas y decadentes.

El libro no es, ni pretende ser, una joya literaria, pero tiene multitud de escenas emocionantes, terribles y, sobre todo, admirables, que se graban en la mente para toda la vida. Una de ellas, que me ha estado rondando por la mente estas últimas semanas, me parece especialmente instructiva para la situación actual de la Iglesia.

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23.09.23

19.09.23

Los buenos curas

Este verano vino a visitarnos un amigo sacerdote, simplemente para estar un rato con nosotros y comprobar cómo estábamos. Pasamos un rato agradable en el jardín, merendando mientras charlábamos de mil y una cosas, desde acontecimientos familiares hasta el estado de la Iglesia.

Mientras le escuchaba hablar, me quedé pensando en lo asombrosos que son los buenos curas. No me refiero a las cualidades humanas, porque unos las tienen y otros no, como todo el mundo, sino a su cualidad sobrenatural de ser milagros andantes. Con su sola presencia, transforman el mundo a su alrededor. Y me refiero a los curas normales, los que simplemente hacen lo que deben hacer: esos son los curas buenos.

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15.09.23

¿Más sabio que Santo Tomás?

Hace tiempo, escribí un artículo titulado “Mejores que Jesucristo”, sobre la plaga de eclesiásticos que, claramente, consideran que son más misericordiosos, inteligentes y avanzados que el mismo Hijo de Dios encarnado. Generalmente, como es lógico, no se atreven a decirlo con esas palabras, pero sí lo hacen con los hechos cuando defienden que habría que cambiar el Evangelio o la fe y la moral reveladas por Cristo, que es lo mismo que defender que ellos saben mejor que nuestro Señor lo que debe hacer el ser humano, o cuando pretenden que permitir el divorcio y demás inmoralidades es mucho más misericordioso que ser fieles a lo que Jesucristo enseñó.

En ese contexto, no es extraño que también hayamos terminado por tener a un Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que da por hecho que es más sabio que Santo Tomás. Era inevitable que sucediera antes o después. Lo digo con todo el respeto debido a su dignidad episcopal y reconociendo que, por supuesto, Mons. Fernández no lo expresa así, ni será consciente de que piensa así, pero los hechos son los hechos y lo cierto es que propone exactamente lo contrario que Santo Tomás y espera que le creamos a él en lugar de al santo y Doctor de la Iglesia, algo que solo se explicaría si fuese más sabio que él.

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11.09.23

Aprendamos de la mujer

Cuando un pasaje de la Escritura nos choca o no conseguimos entenderlo, el problema siempre está en nosotros, digan lo que digan algunos modernos “exegetas” que miran por encima del hombro a la propia Palabra de Dios y pretenden corregirla. El problema que nos impide comprender bien un pasaje bíblico puede ser de muchos tipos, pero la mayoría de las veces se reduce a dos carencias básicas muy comunes entre los católicos. En primer lugar, no conocer bien la Tradición de la Iglesia (incluido lo más esencial, que es la fe católica y, dentro de ella, las partes que están menos de moda), una ignorancia que lleva necesariamente a malinterpretar la Biblia, que forma parte de esa gran Tradición.  En segundo lugar, no estar suficientemente familiarizados con el resto de la Escritura, porque los distintos libros y pasajes bíblicos, al proceder del mismo Autor, se explican unos a otros.

En ese sentido, me ha parecido que conviene detenernos un poco en el pasaje de la mujer sirofenicia del que hablábamos el otro día. No solo es una parte del Evangelio habitualmente malentendida por los heterodoxos habituales, sino que ese malentendido muestra con gran claridad las dos grandes carencias que mencionaba en el párrafo anterior, así que puede servirnos para entenderlas mejor.

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