El peor argumento que he visto en mi vida
No es fácil decidir sobre el peor argumento que he encontrado en mi vida en la defensa de una postura o de una idea, porque hay muchos candidatos para el puesto. Mejor dicho, hasta hoy no me resultaba fácil tomar una decisión, pero, después de leer el recogido hoy por el blog 21RS, la cosa ha quedado meridianamente clara. Se acabaron las dudas.
Creo que llamaré a los responsables del Libro Guinness de los Records para anunciarles que ya tienen un ganador en la categoría de peor argumento de todos los tiempos. Puede que también escriba a la Asociación para la Defensa de la Lógica y el Sentido Común, por si quieren presentar una demanda por trato cruel e inhumano a las mentes de los lectores.

En vez de cansar hoy a los lectores con mis disquisiciones, voy a aconsejarles una página de Internet que puede que no conozcan y que creo que es muy interesante. Se trata de un , creado por Catholic.net. No se lo pierdan, porque hay decenas de testimonios fantásticos.
Estos días, se ha discutido mucho el tema de la evangelización, a raíz de la elección del nuevo Padre General de los jesuitas, que ha trabajado durante años en Japón. He leído ya muchos comentarios y artículos que defienden que la evangelizacion, entendida como anunciar el Evangelio a los que no lo conozcan para que, con la gracia de Dios, se conviertan al cristianismo, ya no tiene sentido y debería ser sustituida por el diálogo en pie de igualdad entre las distintas religiones.
. Entre las mejores novelas de detectives de todos los tiempos se encuentran, a mi juicio, las historias del Padre Brown, de Chesterton. En ellas, el protagonista es un “pobre cura de parroquia”, bajito, anodino y con aspecto despistado que aplica la razón y el sentido común a resolver los enigmas y delitos que suceden en su entorno.
Movido por la natural curiosidad, al enterarme de que el español Adolfo Nicolás ha sido elegido nuevo General de la Compañía de Jesús, navegué un poco por la red, buscando información sobre él y, la verdad, deseando encontrar que es un hombre de Dios y lo que necesite la Compañía para el momento actual. Siempre he tenido un gran cariño a San Ignacio aunque no he conocido a casi ningún jesuita.









