El caminante de Dios. Vida novelada de San Roque

Reseña escrita por Miguel Cuartero Samperi sobre El caminante de Dios. Vida novelada de San Roque, de Rocco Artuso, Caparrós Editores, 2025.
“Peregrinos de la Esperanza” es el lema que eligió el Papa Francisco para el Jubileo de 2025. La peregrinación es, sin duda, una de las características clave del Jubileo, como explicó el Papa Francisco en la bula papal Spes non confundit: “No es casual que la peregrinación exprese un elemento fundamental de todo acontecimiento jubilar. Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida. La peregrinación a pie favorece mucho el redescubrimiento del valor del silencio, del esfuerzo, de lo esencial. También el año próximo los peregrinos de esperanza recorrerán caminos antiguos y modernos para vivir intensamente la experiencia jubilar".
Uno de los personajes más queridos de la piedad popular es San Roque, patrón de numerosos lugares y muy conocido en Francia, España e Italia. San Roque no solo es famoso por su capacidad para obrar milagros, sino también por su peregrinación: dejó su ciudad natal, Montpellier, para caminar hasta la tumba del apóstol San Pedro en Roma. Siguiendo una de las rutas medievales más famosas, Roque tuvo que afrontar fatigas, dificultades, peligros y riesgos en un momento en que la peste azotaba Europa y se cobraba numerosas víctimas tanto en las ciudades como en el campo.
Menos conocida es la peregrinación interior que Roque debió emprender para conocerse a sí mismo y ponerse en manos de Dios, haciendo su voluntad. Un libro publicado recientemente en Italia y España (Rocco Artuso, El caminante de Dios. Vida novelada de San Roque, Ed. Caparrós), relata la vida del santo francés en forma de novela, ofreciendo una nueva perspectiva sobre su viaje espiritual interior.
Este viaje se fue desarrollando desde su infancia, durante la cual gozó de las comodidades de una familia noble en la que se vivía sinceramente la fe (su padre, el conde Juan de la Cruz, era gobernador de Montpellier), hasta la transición a la edad adulta, en la que Roque tuvo que afrontar la dolorosa separación de sus padres y buscar, con la ayuda de la Iglesia, su papel en el mundo, su vocación.
Desde su mismo nacimiento, Roque se vio marcado por la elección divina y ciertos acontecimientos milagrosos fueron dejando traslucir la elección de Dios. Más tarde, sin embargo, tras una ardua lucha interior, sería él quien tendría que aprender a escuchar la voz divina en su conciencia y emprender el camino que Dios le iba indicando para desvelar el sentido de su vida.
Así, Roque se encontró en un camino de descendimiento, de kénosis, que comenzó abandonando el hogar paterno, sus títulos nobiliarios y sus posesiones materiales para ponerse a disposición de Dios. El santo ofreció su cuerpo para la curación de los apestados, sin reservarse nada ni defenderse, y vivió su peregrinación de forma anónima, aceptando la infamia y la injusticia para no traicionar la promesa que había hecho al Señor.
El prólogo del nuevo libro está escrito por el padre Mario Pezzi, del Equipo Internacional del Camino Neocatecumenal, quien escribe: «la agradable lectura de este libro, escrito en forma de novela, puede ser reconfortante y luminosa no solo para los creyentes, sino también para quienes encuentran dificultad en reconocer la presencia de Dios en su historia. De hecho, lo primero que me impresionó al leer esta vida novelada de San Roque fue que contemplaba las diversas etapas de su vida y los acontecimientos de su historia con los ojos de la sabiduría y de la fe».
El autor, Rocco Artuso, trabajó durante años en esta biografía novelada, recurriendo a todas las fuentes disponibles: libros publicados, archivos privados, testimonios y fuentes históricas. La intención de la novela, además de ilustrar de forma muy expresiva la vida del santo francés en su contexto histórico, es infundir valor y esperanza en quienes buscan a Dios y en quienes experimentan la dureza de la lucha espiritual diaria que todo cristiano está llamado a afrontar.
El ejemplo de San Roque es, sin duda, de gran relevancia para todo cristiano. La búsqueda de la propia vocación, el abandono de los seres queridos, la renuncia a las posesiones, la entrega a Dios, el abandono del orgullo de la vida para confiarse a Dios y la aceptación humilde de la enfermedad y del rechazo de los demás. En una palabra: el camino hacia la unión total con Cristo. Se trata, en definitiva, de un camino de santidad al alcance de todos los que se dejan guiar por la divina providencia, como peregrinos que, en medio de las vicisitudes de la vida, se ponen en marcha sin perder de vista la meta: la vida eterna y la alegría del cielo.
………..
Para comprarlo:
- En la web de Caparrós Editores.
- En Amazon.es, Amazon.com, etc. (en formato electrónico)
- En la librería Códice de Madrid y, próximamente, en las librerías paulinas y otras librerías.
18 comentarios
Creo que es muy bueno que se conozca más la vida de San Roque. Seguro que el libro es interesantísimo.
En cualquier caso, lo importante es llegar a ser ciudadanos del cielo.
San Roque es el peregrino por excelencia y la leyenda del perro es preciosa. También fue un santo muy popular, antes había muchos hombres que se llamaban así y muchos pueblos amparados por su nombre, como el de mi bisabuela, la pasiega, que se llama San Roque de Río Miera.
Para nosotros la iconografía de San Roque es conocidísima porque entre el sombrero de peregrino, el cayado y el perro no se prestaba a confusión.
Supongo que entre los católicos actuales habrá bajado mucho el reconocimiento de los santos por su iconografía, pero los hay que son inconfundible como San Cristóbal, San Roque o Santa Lucía.
A mis alumnos les sorprendía mucho que entráramos en una anteiglesia perdida en los montes y reconociera a los santos porque no se daban cuenta que hay una lectura iconográfica como, actualmente, la hay informática.
Lo cierto que es y lo poco que se predica eso hoy día. Es duro hasta que uno confía 100% en Dios y 0% en sí mismo. Conseguido eso es un dejarse llevar, y la dureza pasa a vivirse de otro modo, no con simple resignación.
Santo desconocido, y eso que me crié en un barrio llamado San Roque que tenía sus propias fiestas y su propia parroquia. Un santo, por lo tanto, en la lista para conocer próximamente.
Le dije: "Perdona, pero son dominicos como puede verse por el hábito, y el de la izquierda es Santo Domingo de Guzmán (lo reconocí por el perro que estaba echado a sus pies)".
Y contesta: "No soy medievalista"
¡Toma castaña!
"San Roque no está en ninguna pero, como iba por libre, podía haber estado en las dos"
Algunas de las historias sobre él dicen que era terciario franciscano.
"Supongo que entre los católicos actuales habrá bajado mucho el reconocimiento de los santos por su iconografía"
Desgraciadamente, así es. Incluso los que suelen ir a Misa a menudo entran en la iglesia como si fueran visitantes o turistas y no como hijos en la casa de su Padre.
"confía 100% en Dios y 0% en sí mismo"
Así es. "Maldito quien confía en un hombre", dice el profeta Jeremías. Incluido uno mismo.
Por otra parte, no teniendo seguidores, es sorprendente que su memoria haya quedado tan arraigada en la Iglesia.
En cuanto a lo que dices sobre los que van a la iglesia y están viendo toda su vida a los mismos santos sin saber quiénes son me resulta sorprendente, pero así es. Por mi inclinación a la historia me resulta imposible no preguntar si entro en una iglesia y no reconozco a un santo o una advocación de la Virgen que me sea desconocida, pero a estas alturas ya me he dado cuenta de que es una rareza mía.
El otro día me pasó con una talla de la Virgen, pregunté a una feligresa y me dijo que era la Virgen de Monserrat, lo cual no podía ser por muy negra que fuera y por mucho que la talla fuera típica de la iconografía catalana, así que pregunté a otra y me dijo que es la Virgen de la Salud (en catalán por supuesto) y eso ya me cuadra más.
Ahora bien:
¿Por qué se silencian libros de rabiante actualidad que el fascismo quiere silenciar?
Emeterio Azpilikueta Irupeñagotizabarrena, vasco con carnet del PNV , ha escrito un largo poema de mucho mérito en italiano que empieza:
"Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
Che la diritta via era smarrita"
Por culpa de la ultraderecha estos versos nunca serán conocidos por nadie. Hace falta más memoria democrática.
¡Qué sería de la historia y la literatura europea si no fuera por Macron, la von der Leyen y Merz!
"No sé si se le podría considerar un santo francés: su ciudad pertenecía a la Corona de Aragón y probablemente su lengua madre no fuera el francés (antiguo)"
Hace tiempo hubo una encendida polémica en los comentarios de este blog sobre si el beato Ceferino Namuncurá era argentino o chileno.
Mi postura en estas cuestiones siempre ha sido que en la Iglesia no hay "copyright" y que la nacionalidad de los santos debe interpretarse en el sentido más amplio y generoso posible. No se sabe exactamente dónde nació San Vicente de Paúl, si en una población española o francesa, así que no hay problema en que ambos países lo consideren uno de los suyos. San Antonio nació en Lisboa, pero si los italianos quieren considerarle "de Padua", por su ciudad de adopción y en la que murió, estupendo. Lo mismo con el gran San Roque hispanofrancés.
"En cualquier caso, lo importante es llegar a ser ciudadanos del cielo"
Magnífico, porque ya lo hemos conseguido. Somos ciudadanos del cielo y conciudadanos de los santos, dice San Pablo. Solo queda que no renunciemos a esa ciudadanía. San Roque, ruega por nosotros para que así sea.
Los nazis intentaron movilizarlo a finales del año 1944, precisamente cuando dominaban Italia, porque esa zona, que había sido austriaca, ya no lo era. En las biografías de personas europeas ves que nacieron en un lugar determinado, no se movieron de allí y empezaron bajo un gobierno y terminaron bajo otro.
Mi padre, que nació en 1915, todavía hablaba de bohemios, moravos, prusianos y transilvanos. En realidad no decía checo, sino moravo o bohemio, cosa que siempre me llamó la atención y su precisión con los gentilicios me orientó mucho con los mapas anteriores a la IGM que puso todo patas arriba.
Dejar un comentario










