InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

14.09.08

Es mentira, no está vacía

Hoy no voy a hablar de mentiras de políticos o periodistas poco escrupulosos, sino de algo mucho más antiguo y, paradójicamente, aún más actual. Se trata de una mentira con mucha solera, que lleva engañando a los hombres desde que el mundo es mundo.

Es una mentira muy sencilla, pero terriblemente dañina. El demonio es el Príncipe de la Mentira y sabe perfectamente dónde está tu punto débil. Se limita a sugerir, cuando estás sufriendo, que la cruz está vacía. Es decir, que estás solo con tu dolor, que tu sufrimiento no le importa a nadie, que no tiene ningún sentido. Tu matrimonio se rompe y a nadie le importa. Tienes una enfermedad grave y, a pesar de las condolencias de tus amigos, el que sufre eres tú y sólo tú. Tus defectos, tus complejos y tus fracasos, que tanto te hacen sufrir, te separan de los demás y por eso los ocultas, los escondes, te avergüenzas de ellos y los tienes que soportar en solitario. Pierdes tu trabajo, suspendes tus exámenes después de haber estudiado, fracasas en tus metas y todo eso, ¿para qué? No tiene sentido. Te mueres solo, angustiosamente solo…

Es fácil sacar la conclusión lógica de esta falsa premisa. Si no hay nada peor que el sufrimiento, para evitar el sufrimiento habrá que hacer lo que sea necesario: mentir, engañar, pisotear al prójimo, adulterar, robar, explotar a otros, fornicar, derrochar, drogarse, suicidarse… cualquier cosa, sea lo que sea, con tal de no sufrir. Así vive el mundo entero y así viven los cristianos que se han dejado engañar.

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7.08.08

Bendición sobre los esposos

Mi hermano se casó el lunes pasado, en Madrid. De entre las muchas cosas que me gustaron de la ceremonia, quiero compartir con los lectores la bendición sobre los esposos que contempla la liturgia del matrimonio (como una de tres opciones posibles). Es, en mi opinión, una de las oraciones más hermosas de la liturgia actual de la Iglesia, muy bíblica y llena de belleza y profundo espíritu cristiano.

A los esposos, quizá les pueda servir para recordar que su propio matrimonio comenzó con la bendición de Dios. Sólo la presencia continua de Dios entre los esposos puede darles la felicidad y hacer que su matrimonio forme una verdadera familia cristiana, es decir, una Iglesia doméstica, en la que se viva en alabanza del Padre, imitando a Jesucristo y guiados por el Espíritu Santo.

Dios quiera cumplir estas palabras en el matrimonio de todos los lectores, en el de mi hermano y en el mío propio.

Si quieren, pueden escucharla cantada aquí, para que la disfruten aún más.

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27.06.08

Qué desperdicio

El vídeo que les propongo a continuación es de una misa celebrada por un grupo “católico” norteamericano llamado Call to Action. Afortunadamente este grupo no existe en España, pero sí está presente en nuestro país el movimiento del que forma parte: “Somos Iglesia".

He elegido este vídeo, entre los innumerables vídeos de abusos litúrgicos que circulan por Internet, porque me ha hecho mucha gracia el comentario de una página canadiense sobre él: “Las tinieblas exteriores son demasiado buenas para ellos. Qué desperdicio de tinieblas exteriores.”

No sé las tinieblas exteriores, pero lo que sin duda es un desperdicio es la celebración de la Eucaristía en una asamblea que, evidentemente, lo que hace es mirarse el propio ombligo: mirad qué originales somos, qué modernos, qué transgresores, qué comprometidos con el feminismo y la interracialidad…

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16.04.08

Lo que no es una homilía

El domingo pasado, por razones de horario, fui a la Eucaristía en una iglesia a la que no suelo asistir. Fue una Misa rapidísima para ser un domingo, apenas duró veinticinco minutos. Eso sí, de esos veinticinco minutos, unos quince correspondieron a la homilía.

Tengo que confesar que, además, la homilía me gustó más bien poco. Para no cansar a los lectores, resumiré lo que no me gustó de aquel sermón, recordando la propia conclusión del mismo, que fue algo así como: Y todo esto le vendría muy bien escucharlo a muchas autoridades; especialmente a muchas autoridades religiosas.

Nunca deja de sorprenderme que haya sacerdotes que no sepan lo más básico con respecto a una homilía. La homilía no es un discurso, ni una catequesis, ni mucho menos una soflama político-eclesial. Lo que intenta es ayudar a los fieles a comprender cómo la Escritura que se ha proclamado dice algo a sus vidas. El sacerdote, con la autoridad de la Iglesia, parte para los cristianos el pan de la Palabra de Dios, para que puedan experimentar que Dios tiene algo que decirles.

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11.03.08