Cristianos de hoy, cristianos de ayer
Hoy quiero ofrecer a los lectores un regalo. En vez de aburrirles con mis disquisiciones, voy a presentarles algunos párrafos de la Carta a Diogneto, un escrito cristiano del año ciento y pico después de Cristo, es decir, ¡de hace unos 1.900 años!. Ya verán que lo que dice es totalmente actual y muchas de las cosas podrían haberse escrito ayer.
“En cuanto al misterio de la religión propia de los cristianos, no esperes que lo podrás comprender de hombre alguno. Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. En efecto, en ningún lugar establecen ciudades exclusivas suyas, ni usan lengua alguna extraña, ni viven un género de vida singular.

La primera parte de este artículo ha sufrido la crítica de un lector (Tovical) que me ha parecido, por lo importante del tema que trata, digna de una respuesta algo extensa.
Acabo de leer, en Rumores de Ángeles, el resumen de las características que un grupo de curas valencianos desean para su nuevo obispo y me he molestado en leer el documento original en valenciano. Daría mucho de que hablar, pero hoy sólo voy a comentar una de esas características que exigen.
Ayer se escribieron varios artículos, aquí en Religión Digital y en otros medios, sobre la ex-parroquia de Entrevías. En la mayoría de ellos, se celebraba la anunciada posibilidad de un acuerdo entre los sacerdotes en cuestión y Monseñor Rouco y se deseaba que nada impidiese dicho acuerdo. Lo cierto es comparto totalmente esta preocupación y espero que puedan entenderse con el Cardenal. Dios quiere que todos los hombres se salven y los sacerdotes de Entrevías son también hijos amados de Dios y, por lo tanto, hermanos míos aunque no los conozca.
No sé si los lectores conocerán la historia que contaba San Francisco para definir la perfecta alegría. Creo que merece la pena recordarla (la cuento de memoria):









