Hemos comido y bebido con él
Leo en el blog del P. Masiá sus opiniones sobre la resurrección de Cristo y, para ser sincero, no reconozco en ellas mi fe ni la fe de la Iglesia. Todo su afán es afirmar que las apariciones del Resucitado son una experiencia interna de los discípulos, que Cristo no se les aparecía, sino que por la fe veían que siempre estaba presente entre ellos. Por lo tanto, tampoco tendría sentido hablar de que resucitó al tercer día, ya que, en cuanto murió, ya estaba presente espiritualmente dentro de ellos.
Lo más curioso, a mi juicio, es que la totalidad del Nuevo Testamento está dirigida a defender justamente lo contrario de lo que él defiende. Es igual de sorprendente que si intentase hacer malabarismos para explicar que Cristo no predicó el amor a los demás o que sólo hablaba de Dios Padre como una metáfora de la esencia impersonal del universo.

Un lector me envía la referencia de unos sacerdotes, seminaristas y laicos de Alcalá que, con el apoyo de su obispo, han creado un grupo musical de música moderna llamado “La voz del desierto”. Me decía que tiene curiosidad por conocer la opinión de los lectores sobre este grupo. Yo también tengo curiosidad, así que aquí tienen una de sus canciones, para que puedan juzgar por ustedes mismos:
La semana pasada me llamó mucho la atención una noticia ofrecida por La Dos. La locutora, de forma lapidaria, afirmaba que a una señora francesa, “la ley no le permitía morir con dignidad”.
Después de leer el que ayer publicó Religión Digital sobre las declaraciones de Monseñor Cañizares, creo que alguien debería quejarse. Mejor aún, creo que muchos lectores deberían quejarse para que se haga algo para remediar esta situación. Yo así lo quiero hacer con este artículo, respetuosamente, pero con firmeza.









