Estados Unidos, con 18 siglos de retraso
Ayer, la mayoría de los titulares de los periódicos norteamericanos y de buena parte del mundo se felicitaban por el logro que suponía el primer Presidente negro del país. No es de extrañar, ya que Estados Unidos tiene, por su Historia particular, una especial sensibilidad con respecto al tema del racismo que raya con la obsesión.
El propio Arzobispo de Atlanta, Monseñor Gregory, también él de raza negra y primer presidente de esta raza de la Conferencia Episcopal Norteamericana, comparaba a Obama con el primer hombre que puso el pie en la luna. Ante las preguntas de los periodistas, dio a entender que ahora ya no sería raro que hubiera un día un papa negro, como si la elección de los norteamericanos pudiera animar a la Iglesia a dar un paso valiente en ese sentido.
Con todo el respeto del mundo, creo que al Arzobispo le vendría bien repasar la Historia de la Iglesia. Hace más de 1.800 años, dieciocho siglazos, la Iglesia Católica tuvo ya su primer papa africano, Victor I. Después y para que no parezca una casualidad, tuvo otros dos, en el siglo IV (el papa Melquiades, conocido por el sobrenombre de “El Africano") y en el siglo V (el papa Gelasio I). Me atrevo a decir que si no ha habido más papas africanos desde entonces es por causa del Islam, que conquistó todo el Norte de África, arrasando la floreciente cristiandad norteafricana y reduciendo los católicos africanos a un número reducidísimo hasta hace muy poco.

En otro
La celebración de hoy, día de Todos los Difuntos, me ha traído a la memoria el pequeño pueblo de Turre, en la provincia de Almería, por el que pasé este verano con mi familia. Otro día contaré algunas otras cosas que me gustaron de este pueblo, pero hoy me voy a limitar a un pequeño detalle.
Me ha parecido buena idea recoger hoy algunos párrafos de esta
He recibido esta carta de una lectora que vive en los Estados Unidos. Me cuenta en ella cómo vive la fe en la sociedad norteamericana, sus dificultades, sus luchas, etc. Lo he titulado “Vida oculta de una católica en EE.UU.” recordando la vida oculta de Jesús durante 30 años en Nazaret, porque Conchi vive la fe sin llamar la atención y no sale en los periódicos ni cena con el Presidente, pero eso no le quita ni un ápice de intensidad a la aventura en la que se ha embarcado.









