20.12.08

Eutanasia para no creyentes (II)

Quaestio Quodlibetalis 14 (segunda parte). En el artículo anterior sobre el tema, dimos un primer paso para contestar a la pregunta: para los no creyentes, ¿quién es el titular de la vida humana? Parece que la respuesta inmediata es que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera, siempre que no perjudique a los demás.

Sin embargo, yo cite una decena de ejemplos en los que, de hecho, nuestra sociedad y las demás consideran que esa libertad no es absoluta. Ante esos ejemplos, un lector, Kepa, ha planteado las siguientes objeciones:

Los ejemplos que planteas son espinosos, casos límites, pero en modo alguno tan evidentes como se pretenden. Voy uno a uno, y por si hace falta aclararlo soy liberal y no creo en el poder de la comunidad sobre los individuos, más allá de la defensa de terceras personas:

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19.12.08

Eutanasia para no creyentes (I)

Quaestio Quodlibetalis 14. Los artículos que se escriben son como botellas con mensaje lanzadas por un náufrago. Uno nunca sabe dónde irán a parar o quién los leerá. En ocasiones, un artículo recibe comentarios meses o incluso años después de su publicación. Confieso que, cuando eso sucede, siento una gran alegría, al pensar que lo que he escrito sigue despertando el interés de personas que no conozco y, probablemente, nunca conoceré.

El otro día, recibí un par de comentarios en un artículo escrito hace nueve meses, sobre el suicidio asistido o la eutanasia. Los comentarios, firmados por Sueiro, defendían el suicidio asistido o la eutanasia, primero desde un punto de vista bíblico y, después, para los no creyentes:

¿podría usted precisar quién es el titular de la vida humana para alguien que no sea creyente?

Esta pregunta plantea un tema esencial, porque, nosotros los cristianos, al hablar de la eutanasia, solemos alegar inmediatamente que la vida es de Dios y no nuestra. Sin embargo, las normas morales tienen que ser universales y, si la eutanasia es rechazable, lo tiene que ser para todos los hombres, también para los que no creen en Dios. Puede que los cristianos lo vean con más facilidad, pero debe ser posible argumentar desde la razón humana y la naturaleza del hombre, desde lo que es bueno, justo y adecuado, desde lo que le lleva a la felicidad.

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18.12.08

Creo en la resurrección de la carne

Como los comentarios de ánimo para Yolanda de muchos lectores se han acumulado en el post anterior, he pensado que es mejor trasladarlos a un post propio.

En el Camino Neocatecumenal, en los funerales o entierros se tiene la costumbre de cantar el canto que incluyo más abajo, titulado Resucitó. No sé si lo conocerán los lectores.

Este canto, que es un canto de Pascua de Resurrección, escandaliza a veces un poco a la gente, porque los aleluyas les parecen fuera de lugar en una ocasión dolorosa. Sin embargo, los cristianos sufrimos como los demás cuando muere un ser querido, pero no sufrimos sin esperanza, porque tenemos ante nuestros ojos la Resurrección de Cristo. El Señor nos ha precedido en el camino al Reino de los Cielos. Allí enjugará las lágrimas de todos los rostros.

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16.12.08

Concurso de poesía

Como el otro día me tocó a mí escribir un par de sonetos, hoy propongo a los lectores que incluyan en los comentarios algún poema que escriban ad hoc o hayan escrito en el pasado. Así, algún día, podré enorgullecerme: El gran poeta X se dio a conocer en mi blog, con ese poema tan conocido ahora….

El tema es libre, aunque yo sugiero el Adviento. Valen poemas humorísticos, serios, orantes, alegres, melancólicos, detallistas, estrambóticos, rudos, detallistas, sentimentales, hieráticos, irónicos, irénicos, fantásticos, profundos, anchos, altos, extravagantes, buenos, malos, con olor a violetas, epigramáticos o perifrásticos. También el tipo de rima será libre, para mayor facilidad.

Como me considero totalmente incapaz de juzgar un concurso de poesía, todos los participantes se llevarán mis felicitaciones. El juez será San Efrén, un padre de la Iglesia poeta del s. IV, así que el ganador lo conoceremos, si Dios quiere, en el Reino de los Cielos, sentados a la mesa del banquete eterno.

Como primer concursante, Óscar ha enviado este divertido y esperanzado soneto, con rima algo libre:

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15.12.08

¿Quién eres tú?

Todos sabemos que, en el Adviento, la Iglesia prepara el nacimiento de Cristo en Belén, la Navidad. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido el hecho de que, durante las dos primeras semanas de Adviento, hasta mañana día 16 de diciembre, la liturgia, las lecturas y las oraciones se centran en la espera de la segunda venida de Cristo en la majestad de su gloria: su venida al final de los tiempos, como Rey y como Señor. A esa venida nos referimos cuando, en la Misa, decimos: Ven, Señor Jesús. O, en el arameo de los Apóstoles: Marana tha.

En la gloria de Cristo estaba pensando estos últimos días, mientras escribía el soneto que les presento hoy. Eso sí, lo hacía desde una perspectiva poco habitual, porque pensar en la gloria del Señor me lleva inmediatamente a pensar en su pasión. El hecho de ver la gloria de Jesucristo en la cruz no es una rareza mía, sino que es algo que pertenece a la tradición de la Iglesia. El arte románico, por ejemplo, presentaba a Cristo, en los crucifijos de la época, con corona y vestiduras reales, reinando desde la Cruz y bendiciendo al mundo desde ella.

En el sufrimiento del Señor, en la ocultación total de su gloria en la Cruz, es cuando más claramente se me manifiesta su divinidad. Es el amor gratuito al enemigo el que me muestra que Cristo es imagen de Dios invisible, que es verdaderamente el Hijo de Dios. Él es el único que ha cumplido el Sermón del Monte, que ha amado a sus enemigos hasta dar la vida por ellos, que ha muerto bendiciendo, diciendo bien de los que le mataban, intercediendo por ellos ante el Padre. De eso habla el soneto de hoy.

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