16.12.08

Concurso de poesía

Como el otro día me tocó a mí escribir un par de sonetos, hoy propongo a los lectores que incluyan en los comentarios algún poema que escriban ad hoc o hayan escrito en el pasado. Así, algún día, podré enorgullecerme: El gran poeta X se dio a conocer en mi blog, con ese poema tan conocido ahora….

El tema es libre, aunque yo sugiero el Adviento. Valen poemas humorísticos, serios, orantes, alegres, melancólicos, detallistas, estrambóticos, rudos, detallistas, sentimentales, hieráticos, irónicos, irénicos, fantásticos, profundos, anchos, altos, extravagantes, buenos, malos, con olor a violetas, epigramáticos o perifrásticos. También el tipo de rima será libre, para mayor facilidad.

Como me considero totalmente incapaz de juzgar un concurso de poesía, todos los participantes se llevarán mis felicitaciones. El juez será San Efrén, un padre de la Iglesia poeta del s. IV, así que el ganador lo conoceremos, si Dios quiere, en el Reino de los Cielos, sentados a la mesa del banquete eterno.

Como primer concursante, Óscar ha enviado este divertido y esperanzado soneto, con rima algo libre:

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15.12.08

¿Quién eres tú?

Todos sabemos que, en el Adviento, la Iglesia prepara el nacimiento de Cristo en Belén, la Navidad. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido el hecho de que, durante las dos primeras semanas de Adviento, hasta mañana día 16 de diciembre, la liturgia, las lecturas y las oraciones se centran en la espera de la segunda venida de Cristo en la majestad de su gloria: su venida al final de los tiempos, como Rey y como Señor. A esa venida nos referimos cuando, en la Misa, decimos: Ven, Señor Jesús. O, en el arameo de los Apóstoles: Marana tha.

En la gloria de Cristo estaba pensando estos últimos días, mientras escribía el soneto que les presento hoy. Eso sí, lo hacía desde una perspectiva poco habitual, porque pensar en la gloria del Señor me lleva inmediatamente a pensar en su pasión. El hecho de ver la gloria de Jesucristo en la cruz no es una rareza mía, sino que es algo que pertenece a la tradición de la Iglesia. El arte románico, por ejemplo, presentaba a Cristo, en los crucifijos de la época, con corona y vestiduras reales, reinando desde la Cruz y bendiciendo al mundo desde ella.

En el sufrimiento del Señor, en la ocultación total de su gloria en la Cruz, es cuando más claramente se me manifiesta su divinidad. Es el amor gratuito al enemigo el que me muestra que Cristo es imagen de Dios invisible, que es verdaderamente el Hijo de Dios. Él es el único que ha cumplido el Sermón del Monte, que ha amado a sus enemigos hasta dar la vida por ellos, que ha muerto bendiciendo, diciendo bien de los que le mataban, intercediendo por ellos ante el Padre. De eso habla el soneto de hoy.

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14.12.08

Un desafío y un soneto

Pocas cosas hay más divertidas que responder a un desafío. Hace un par de días, una lectora (RNA-Yolanda) leyó unas pobres cuartetas que añadí al artículo y me desafió a escribir un soneto. Como ella decía, es un tipo de poema más difícil: rima consonante, endecasílabos y una estructura rígida de 14 versos. Había, además, precedentes históricos para el encargo, porque ya una imaginaria Yolanda (nombre que, en la época, a menudo se escribía Violante) pidió a Lope de Vega que le escribiera un soneto.

Es evidente que yo no soy Lope de Vega y que, en efecto, el soneto es una rima más difícil que unas simples cuartetas o un romance. Así he tenido que sufrirlo en estos días, exprimiéndome las meninges, algo oxidadas por falta de práctica. Y es que escribir con prisa es como un parto.

El fin de semana he estado de convivencia, en una casa en la que hacía un frío horrible. Además de pedir por los lectores, he aprovechado alguna charla algo más aburrida (mea culpa!) para escribir un par de sonetos, con los dedos ligeramente entumecidos por el frío. Aquí está el primero.

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12.12.08

Esperanza en tiempo de crisis

Un lector de El Salvador, que ya nos contó la historia de su conversión, Cristhian, me ha enviado estos párrafos sobre la forma que tiene un cristiano de ver la crisis. Desde luego, es un tema actual donde los haya.

Si el cristiano, como dice San Pablo, es una nueva criatura, tiene que ver este acontecimiento de la crisis con ojos nuevos y no como todo el mundo. La Buena Noticia de Cristo también tiene que serlo en estas circunstancias.

Como diría el autor de la carta a Diogneto, los cristianos sufrimos la crisis como los demás, pero no dejamos de compartir con otros de lo que tenemos; trabajamos con el sudor de nuestra frente como los demás, pero no nos pasamos el día renegando y murmurando; perdemos el trabajo como los demás, pero no perdemos la esperanza.

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Vivimos en tiempos de crisis financieras generalizadas, agravadas por la increíble capacidad actual de comunicarnos al instante de un lado del planeta a otro. Es imposible imaginar este nivel de histeria colectiva mundial, si no supiéramos inmediatamente a cuánto cotiza el barril de petróleo o cuánto cayeron las acciones de x ó y compañía al otro lado del planeta. La pregunta es: ¿Como vive un cristiano un tiempo de crisis como el actual? O, aún más apremiante, ¿cómo estamos llamados, en nuestra condición de cristianos, a vivir en un mundo tambaleante?

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11.12.08

¿Por qué me persigues?

Hace unos días, le pedí al P. Guillermo Morado que tratase el tema de las distintas razones por las que pueden sufrir persecución los cristianos. Don Guillermo no se animó, así que he pensado que sería una buena idea recuperar, con ciertas modificaciones, algunos párrafos que escribí hace tiempo sobre el tema (y que ya no recordaba) para ver qué pueden aportar los lectores a esta cuestión.

El tema, pues, es éste: ¿Por qué razones puede sufrir persecución un cristiano? ¿Todas las persecuciones son iguales? ¿Hay alguna persecución que esté “justificada”?

En mi opinión, las persecuciones, grandes o pequeñas (que pueden ir desde las persecuciones sangrientas de los romanos o del 36 hasta el hecho de que a alguien le hagan la vida imposible en su trabajo) pueden ser desencadenadas por tres motivos, muy diferentes. Creo que es esencial que tengamos claras las diferencias entre estos motivos, porque de ellas deberá depender nuestra respuesta.

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