8.12.08

El Credo del incrédulo

Un comentarista tuvo la amabilidad de decir que el artículo de ayer le recordaba al “Credo del incrédulo", del P. Castellani. Como este sacerdote y pensador argentino es muy poco conocido en España, me ha parecido oportuno recordarlo hoy en el blog.

Leonardo Castellani, primero jesuita y luego sacerdote diocesano, tuvo una vida agitada y un pensamiento inclasificable pero profundamente católico. Espero que otro día podamos hablar más de él y tengo pendiente recomendar en el blog su comentario al Apocalipsis, que es un libro excelente.

El breve “Credo del incrédulo", que hoy les ofrezco como aperitivo de sus obras, es un texto irónico, que compara el Credo católico con un imaginario credo de los que no creen en Dios.

Como el artículo de ayer, se trata de una parodia, pero extremadamente cercana a la realidad de muchísimas personas, que han abandonado el cristianismo (o no lo han conocido nunca) y lo han sustituido por una mezcla de determinismo pseudocientífico, esperanzas ingenuas y creencias vacías que no pueden satisfacer los deseos profundos del ser humano. De todo eso nos ha liberado Cristo, sin que lo mereciéramos.

Castellani tiene un don especial para encontrar términos sonoros que retumban como aldabonazos al leerlos. No pasen por alto el momento en el que, al final del credo, el incrédulo proclama su estremecedora fe en la “putrefacción de la carne". A mí me produce escalofríos.

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7.12.08

Descubierto un Nuevo Evangelio

El blog Espada de Doble Filo se enorgullece de poder presentar hoy una primicia mundial, gracias a sus contactos entre las facultades de Teología de varias universidades alemanas. Hace unos meses, en el mayor de los secretos, se realizó un descubrimiento arqueológico sin precedentes, que está empezando a dar frutos.

Un grupo de arqueólogos de la prestigiosa Dummkopf Universität, de Danzig, Alemania, protagonizó el que quizá sea el más importante hallazgo de arqueología e investigación bíblica de los últimos diez siglos. El descubrimiento se produjo mientras realizaban una investigación en el monasterio maronita (católico de rito oriental) de Mar Haeresis, en lo que antiguamente fue la Decápolis y en la actualidad corresponde a la zona noroccidental de Turquía.

Los escasos monjes que quedaban en el convento, todos de avanzada edad, mantenían su biblioteca conventual en un estado lamentable y este grupo de arqueólogos se ofreció para inventariarla y ordenarla. Con horror observaron que los monjes utilizaban los manuscritos más antiguos, casi ilegibles, para envolver sus alimentos.

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6.12.08

La autocrítica es demasiado poco

En el artículo de ayer, comentando un programa de la televisión, hablábamos del feng shui y las creencias supersticiosas de que los desagües, las vibraciones de los minerales y las energías positivas determinan la felicidad de las personas que viven en una casa. Una lectora, Yolanda, preguntaba:

¿No hay alguna autocrítica que hacerse al respecto? No hay que irse hasta los tiempos de Feijoo para reconocer un catolicismo plagado de supersticiones pintorescas;

En mi opinión, Yolanda, es probable que algunas supersticiones de hoy sean consecuencia de excesos de la piedad popular (que yo, la verdad, siempre he visto combatir a los curas). Además, precisamente esas supersticiones son las que me parecen más repugnantes, como la santería, que mezcla elementos claramente paganos e incluso demoníacos con el nombre de los santos. Sin embargo, cosas como el feng shui, las brujas, etc. no tienen nada que ver con el cristianismo y parece evidente que, cuanto menos cristiana es la sociedad, más terreno ganan esas cosas, precisamente porque no son cristianas.

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5.12.08

Para mantener el Chi en el hogar

Ayer escuché en la televisión como un programa aparentemente serio ofrecía unos criterios esenciales para la felicidad de las familias. Una buena señora, presentada como experta, daba consejos sobre la importancia del Feng-shui, para conseguir una casa apacible, llena de bienestar.

Afirmaba, sin el más mínimo rubor, que el principio fengsuista más importante para una casa era que los retretes siempre tuvieran la tapa cerrada. Por lo visto, un retrete abierto constituye una brecha en la armonía de la casa, por la que se escapan las energías positivas a raudales. No terminó de aclarar si, para que se escapasen las energías positivas era necesario o no tirar de la cadena, dejándolo, supongo, al bien formado criterio de los oyentes.

De la misma forma, según las antiquísimas y venerables tradiciones que el programa se dignaba compartir con nosotros, los desagües abiertos parecen ser otro atentado contra la felicidad y la armonía de un hogar. ¡Y luego la gente se queja de que su matrimonio no funciona, cuando no se han molestado en tapar los sumideros! ¡Si es que no aprendemos! La maestra del Feng-shui proponía unos vistosos tapones de colores para desagües de lavabos y bañeras, de manera que la energía positiva o “Chi” no pudiera escapar de ninguna forma de nuestra casa. De ahí viene el conocido proverbio: más vale Chi en mano que agua que no has de beber.

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3.12.08

Necesitamos el rocío del cielo

Quiero dedicar este artículo a un antiguo himno latino de adviento, basado en el profeta Isaías, que es verdaderamente maravilloso, el Rorate Coeli. Todo aquel que tenga algo de poesía en su alma quedará sobrecogido al leerlo. Puede usarse además como una magnífica oración para repetir todos los días en este tiempo de Adviento.

Animo a los lectores a ir leyéndolo despacio, quizá en voz alta, imaginando lo que cuenta: la situación de sufrimiento del que lo canta, que compara con la destrucción de Jerusalén, arrasada por sus enemigos, de manera que donde un día se cantaba la gloria de Dios hoy no se escucha más que un silencio de muerte. Es el pecado el que nos ha apartado de Dios, nos ha hecho insustanciales como hojas caídas que lleva el viento, nos ha encadenado con nuestra propia maldad y nos oculta el rostro del Señor, de manera que no hay ninguna luz que alivie nuestra oscuridad.

En esa situación angustiosa, que parece que no tiene salida y de la que uno mismo no puede salir, el cristiano se acuerda de la promesa de Dios o, mejor, del Prometido por Dios, del salvador que Dios anunció desde antiguo. El cantor grita, como los esclavos hebreos en Egipto, para que Dios venga a romper nuestras cadenas que no nos dejan vivir y a consolarnos en nuestra aflicción de muerte. La sequía abrasadora de nuestra vida necesita el Rocío del cielo, el Justo que tiene que venir de Dios.

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