15.08.08

Testigo de lo bueno que es el Señor. Una conversión

Un lector de este blog, Cristhian, me ha enviado este relato de su conversión al cristianismo, después de haber sido testigo de Jehová, de haber caído en la desesperación y de haber intentado suicidarse.

Me ha llamado la atención que, como bien muestra el propio nombre de Cristhian, un elemento esencial de su conversión fue descubrir lo fantástico que es, simplemente, ser cristiano. Es decir, un verdadero Hijo de Dios por adopción, ungido por el Espíritu Santo y llamado participar del Cuerpo y la Sangre de Cristo. No hay nada mejor que eso, ni en este mundo ni en el otro.

Me ha encantado, una vez más, descubrir que el Espíritu Santo actúa en la debilidad de los que se ponen en sus manos, a pesar de sus defectos y carencias. Su catequista me ha recordado a San Pablo:
“Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fueron con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios".

Siempre que leo un relato de conversión, me veo impulsado a alabar y bendecir a Dios, que realiza estos milagros en la vida de los hombres. Espero que a todo el que lea estas páginas le suceda lo mismo.

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7.08.08

Bendición sobre los esposos

Mi hermano se casó el lunes pasado, en Madrid. De entre las muchas cosas que me gustaron de la ceremonia, quiero compartir con los lectores la bendición sobre los esposos que contempla la liturgia del matrimonio (como una de tres opciones posibles). Es, en mi opinión, una de las oraciones más hermosas de la liturgia actual de la Iglesia, muy bíblica y llena de belleza y profundo espíritu cristiano.

A los esposos, quizá les pueda servir para recordar que su propio matrimonio comenzó con la bendición de Dios. Sólo la presencia continua de Dios entre los esposos puede darles la felicidad y hacer que su matrimonio forme una verdadera familia cristiana, es decir, una Iglesia doméstica, en la que se viva en alabanza del Padre, imitando a Jesucristo y guiados por el Espíritu Santo.

Dios quiera cumplir estas palabras en el matrimonio de todos los lectores, en el de mi hermano y en el mío propio.

Si quieren, pueden escucharla cantada aquí, para que la disfruten aún más.

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6.08.08

Otra caída del caballo

Al leer la experiencia de Victoria, otro lector, Cruz, ha querido enviar su propia experiencia de conversión.

No deja de maravillarme los caminos humanamente tan extraños que Dios usa para conducirnos a él: una asociación gnóstica, las cartas de San Pablo leídas a palo seco, las exigencias de un cura, un pobre catequista primerizo que hablaba fatal…

El que quiera seguir siendo ateo o agnóstico no puede bajar la guardia ni un segundo. Dios se sirve de absolutamente todo.

Escuchando estas dos experiencias no puedo evitar alegrarme al pensar que, pase lo que pase, al final la Victoria será siempre de la Cruz de Cristo.

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4.08.08

Hace 32 años encontré un tesoro

Una lectora, Victoria, me ha enviado este relato de su conversión y vuelta a la Iglesia.

Lo que más me ha gustado es su experiencia de que Dios no exige, para querernos, que seamos perfectos y “buenos", sino que nos ama como somos y es su misericordia y su presencia en nuestras vidas lo que nos cambia, para librarnos de la esclavitud del pecado.

También me ha llamado la atención la acción del Espíritu Santo que, como a San Pablo en el camino de Damasco, hizo que la vida de Victoria diese un giro completo.

Espero que les guste.

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29.07.08

Mondoñedo, hórreos en ruinas y la gloria de los justos

Este último fin de semana, algo más largo de lo habitual, aprovechamos mi mujer y yo, junto con nuestros hijos, para dar una vuelta por tierras galaicas. Visitamos por primera vez Mondoñedo, una preciosa ciudad en miniatura, agrupada en torno a su catedral y rodeada de montañas, bosques y espesura. Vista de lejos, se diría casi una ciudad francesa de los Pirineos transplantada por encantamiento al noroeste de España.

Ya más de cerca, salta a la vista el inequívoco carácter español y gallego de la ciudad, desde el escudo imperial de Carlos V, tallado en piedra en la fuente construida por un obispo del lugar, a los hórreos que se encuentran por toda la zona. En las cercanías del Seminario de Santa Catalina, nos cruzamos con varios curas vestidos de sotana y un cierto aire intemporal, que podrían haber salido de una postal de hace cien o doscientos años, a la vez que caminaban con una energía juvenil y decidida.

La Catedral de la ciudad es una de esas basílicas rodeadas por edificios muy cercanos casi por todos sus lados y que se descubren de pronto, levantándose majestuosas al final de una estrecha calle. En mi caso, recorrer angostas callejuelas para contemplar así, de golpe, una catedral magnífica me produjo una alegría que, mutatis mutandis, debe ser similar a la emoción de los conversos cuando descubren la Iglesia después de un largo recorrido vital, como algo sorprendente que sale a su encuentro, llena de la belleza de Dios, de la compañía de los Santos y de la apacible amistad de siglos pasados.

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