Discapacitados en el mundo, con capacidad de Dios
En el artículo de ayer, hablaba de una congregación religiosa, las Hermanitas Discípulas del Cordero, que aceptan como religiosas a chicas con Síndrome de Down. Al ser algo prácticamente desconocido, se discutieron en el blog las dificultades de algo así o incluso si era razonable y posible.
Hoy he leído que las Hermanitas contaban con el apoyo del Dr. Jérôme Lejeune, descubridor de la causa del Síndrome de Down, muy amigo de Juan Pablo II y actualmente en proceso de beatificación. Me han gustado unas palabras de la viuda del Dr. Lejeune: “Quiero que sepan que esta amistad [entre Juan Pablo II y el Dr. Lejeune] tenía su origen en el mismo reconocimiento de la belleza de todo ser humano, imagen y semejanza de su Creador. Juan Pablo II y Jérôme Lejeune amaban a cada ser humano, desde su concepción hasta su último instante”. Al leer estas frases, me ha parecido estar viendo a las Hermanitas, que lo único que hacen es reconocer esa belleza de todo ser humano, imagen y semejanza de Dios.
A mí, como a los lectores, me sorprendió bastante esta práctica de las Hermanitas. Veinte años lleva ya haciéndolo esta congregación y, cuando en 1997, Juan Pablo II visitó la tumba de Jérôme Lejeune, fue una religiosa con Síndrome de Down la que le saludó en nombre de sus hermanas. Consciente de las dificultades que implica de por sí la vida religiosa, me parece un verdadero milagro que haya una congregación que quiera añadir a esas dificultades las propias de integrar en la comunidad a chicas con Sindrome de Down.
Pues bien, como siempre sucede, las acciones de Dios me vuelven a sorprender.