¿Qué hay que hacer en Navidad?
Hay tantos cantos preciosos de Navidad en la Tradición de la Iglesia que es difícil decidirse por alguno para ponerlo en el blog. He elegido uno muy cortito y muy bien cantado por un coro polaco. El himno se llama Omnis mundus jocundetur, es decir, “Alégrese el mundo entero”. No se preocupen, que además del texto latino incluyo una rápida traducción, para los que sean de Ciencias.
Me gusta especialmente este canto porque va a lo esencial, sin perderse por las ramas. ¿Que es lo que estamos llamados a hacer los cristianos en Navidad? A esta pregunta se responde, año tras año, en las homilías de cien mil parroquias del mundo entero, de las formas más diversas: ir a la Misa del Gallo, ser solidarios, ayudar a los pobres, evitar el consumismo, cuidar de la familia, llevar nuestras ofrendas al Niño, pensar en los demás… todas ellas cosas buenas e importantes, pero vistas así, de golpe, desaniman un poco. Parece que lo que se nos pide en Navidad es que seamos perfectos, que todo lo hagamos bien. Y, como nuestra experiencia de otras Navidades es que no somos en absoluto perfectos, tantos deberes navideños resultan pesados y agobiantes.


La emocionante situación que ha creado Benedicto XVI en relación con los anglocatólicos, la formación de los nuevos Ordinariatos y la Constitución Anglicanorum coetibus han hecho que, últimamente, me informe más en profundidad sobre los diversos grupos anglicanos y sus diversas teologías, liturgias, estructuras, etc. Contemplar a los diferentes grupos anglicanos ha hecho, curiosamente, que entienda mejor algo fundamental de la Iglesia Católica.
Una de las cosas buenas que tiene la verdad es que es universal. Las verdades teológicas son ciertas en todas partes y no dependen de zonas, idiomas, políticas o características culturales o históricas. Y sí, esto también incluye al País Vasco. Una de estas verdades teológicas que valen para cualquier lugar del mundo es el antiguo adagio: Gratia supponit naturam. La gracia supone la naturaleza. Entre otras cosas, esto significa que la gracia de Dios y la vida espiritual no van por un lado mientras que las virtudes humanas por otro. Si uno se dedica a hacer canalladas y además se enorgullece de ellas, ya puede hablar de Dios hasta en la sopa, decir que está muy comprometido con los pobres y los oprimidos o tener fama de santidad entre sus admiradores, que sus obras lo desmienten todo. Aquí, en el País Vasco y en Pernambuco.
Me ha resultado curioso el contraste entre el mensaje de Mons. Munilla a los fieles de San Sebastián y la









