La sopa de letras del anglicanismo
Los españoles e hispanoamericanos, normalmente, conocemos muy poco del anglicanismo. Quizá por eso nos cuesta más comprender la relevancia y a la vez las dificultades que implica la iniciativa de Benedicto XVI para permitir la unión con la Iglesia de los grupos de anglicanos que lo deseen.
A mi juicio, esta iniciativa del Papa ha sido uno de los logros más importantes del verdadero Ecumenismo de los últimos cien años, junto con la unión con los siro-malankares, la mejora de relaciones con los ortodoxos desde Pablo VI, la declaración conjunta con los luteranos sobre la justificación o la apertura de conversaciones con las Iglesias Orientales no calcedonianas, por ejemplo. Pero, precisamente por su importancia, se enfrenta a unos enormes desafíos, en particular por lo complejos que son los grupos a los que se dirige.

Este domingo a media tarde, caminaba por la acera con los niños hacia nuestro coche aparcado, cuando vi que iba por delante de nosotros una monja anciana. Entre que yo llevaba un carrito de niño y que la acera era estrecha, no era posible adelantar, así que fuimos un buen trecho detrás de ella.
Ayer hablábamos en el blog sobre los milagros y sobre el tipo de pruebas que pueden necesitar. Es un tema más profundo de lo que parece y los diversos comentarios sobre el tema fueron muy interesantes.
El otro día tuve que ir a la oficina de Correos del centro de Alcobendas a enviar una traducción jurada. Como es mi costumbre, en lugar de ir y volver por el mismo camino, a la vuelta me perdí un poco por calles secundarias. Cuando tengo tiempo, varío así de ruta porque siempre se ven cosas interesantes. Esta vez, encontré un precioso escudo en una casa antigua, con el apellido Corte Gómez, que debió de pertenecer a una familia de hidalgos.



