El rojo cardenalicio
Como ya sabrán los lectores, al igual que el color propio de los obispos es el morado, desde el siglo XV los cardenales se caracterizan, en la iconografía y en la práctica, por las vestiduras de color rojo o púrpura. Este color rojo no es casual. Significa su disponibilidad para dar la vida en el servicio del Papa y de la Iglesia. De hecho, así lo dicen en su juramento solemne: usque ad effusionem sanguinis, hasta el derramamiento de sangre.
Como es lógico, se trata de algo simbólico, ya que actualmente es poco probable que un cardenal tenga que sufrir persecución. Sin embargo, todavía sucede en ocasiones, en algunos países. Podemos recordar a diversos cardenales en Vietnam o China, como el Cardenal Kung, que han estado recientemente en la cárcel. También en la Antigua URSS sufrieron persecución obispos y cardenales, como el beato Stepinac, el polaco Stefan Wyszynski, el ucraniano Josyph Slipyj o el húngaro Joszef Mindszenty. O el Cardenal Kazimierz Swiatek de Bielorrusia, que todavía vive y estuvo encerrado durante años en campos de concentración. Él mismo cuenta que, durante su cautiverio, sólo podía apoyarse en la fe:

Acaba de concluir la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio. Como es habitual en estos casos, los obispos han presentado una serie de
Quiero animar a los lectores del blog a que tengan algo muy en cuenta en su oración de hoy: Mañana hay una reunión parroquial en la iglesia del Monte Calvario (Mount Calvary Church), en Baltimore, Estados Unidos.
El otro día, se planteó un tema interesante en el blog de Luis Fernando. Supongo que, en este momento, los lectores se preguntarán, sorprendidos: “¿Cómo? ¿En el blog de Luis Fernando?” Y recordarán la frase evangélica: “Pero, ¿de Nazaret puede salir algo bueno?” Pues sí, queridos lectores, también en el blog de nuestro querido, Ilustrísimo y nunca suficientemente bien ponderado Director se dicen cosas interesantes de vez en cuando. El problema es que, en esta ocasión, nadie pareció darse cuenta.









