Un nuevo beato carmelita
Probablemente, mucha gente pasará de largo ante el título de este post, sin pulsar en él. Por desgracia, los nuevos beatos o santos “no venden” ni llaman la atención, a no ser que resulten polémicos por alguna razón. Sin embargo, creo que las cosas habrían sido muy diferentes si hubiera puesto en el título el nombre del nuevo beato: Juan Pablo II. Poca gente sabe que Juan Pablo II era carmelita. En su niñez, entró a formar parte de la Tercera Orden Carmelita y siguió perteneciendo a ella hasta su muerte.
A menudo, se piensa que los movimientos laicales son algo moderno, creado por el Concilio Vaticano II, pero, en realidad, han existido desde la Edad Media, como mínimo. Diversas órdenes religiosas de la antigüedad, como carmelitas, dominicos o franciscanos, estaban formadas en realidad por tres órdenes distintas. Las dos principales, una masculina y otra femenina, estaban destinadas a consagrados con votos. La tercera estaba formada por laicos asociados a esa orden religiosa. De ese modo, había y sigue habiendo terciarios dominicos, franciscanos, carmelitas, agustinos, etc., laicos pero miembros de la orden, que viven la espiritualidad de ésta.

Había pensado decir algo sobre el nuevo encuentro interreligioso de Asís que ha convocado el Papa Benedicto XVI, con gran escándalo de muchos. Sin embargo, me he encontrado con que un sacerdote anglocatólico, el
Me han pedido un par de veces que explique el contenido de mi libro
Hablábamos ayer de la ingeniería social que sufre nuestro país y, en general, otros muchos países: ideología de género, “progenitor 1 y 2″, des-educación sexual, divorcio express, eliminación del Libro de Familia, religión relegada al ámbito privado, “matrimonio” homosexual con adopción incorporada, cierre de las agencias católicas de adopción, aceptación legal o tolerancia de la eutanasia, relativismo moral, etc.
Ayer, para mi sorpresa, un comentarista dijo que las antiguas costumbres católicas como la de escribir 20+C+M+B+10 en las puertas el día de la Epifanía habían sido prohibidas por el Concilio Vaticano II, por no ser suficientemente “humanizadas”, “comunitarias” y “sociales”. No sé muy bien qué concilio será ése, porque no tiene nada que ver con el real. Siempre me ha llamado mucho la atención que los que piden que se “democratice” la Iglesia tienden a ser los mismos que desprecian la piedad popular, pero ya sabemos que la lógica no es una de las características propias de nuestro tiempo.



