23.03.10

Castellani y las llagas de la Iglesia

El interesantísimo blog Theseus, está publicando estos días, por entregas, un texto de Leonardo Castellani en el que éste comenta un libro clásico de Rosmini de mediados del S. XIX: “Las cinco llagas de la Iglesia”. Este libro fue muy escandaloso en su tiempo y, de hecho, se incluyó en el índice, porque, aunque es perfectamente ortodoxo, realizaba una crítica muy dura contra diversos abusos y prácticas escandalosas en la Iglesia. Cada llaga era uno de estos grandes abusos y Rosmini los fustigaba sin piedad. Castellani hizo un comentario breve, de unas ocho páginas, de estas llagas de la Iglesia. Recomiendo a los lectores que acudan a este blog para leer todo el texto, porque no tiene desperdicio.

He recogido aquí el brevísimo comentario que hace Castellani a una de las llagas, la de la situación de los seminarios. Se escribió hace unas cuantas décadas, pero podría haberse escrito hoy. Es muy interesante lo que dice, profundamente católico y muy poco clerical. Además, me ha gustado especialmente darme cuenta de que lo que propone Castellani es precisamente lo que hizo Don Francisco Pérez y Fernández-Golfín, el primer obispo de Getafe, cuyo proceso de beatificación acaba de comenzar. ¿Es casualidad que el Seminario de Getafe sea hoy uno de los mejores de España? No creo.

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20.03.10

La batalla del lenguaje

Todos sabemos que las palabras no son lo más importante. Desde pequeños nos enseñan que obras son amores y no buenas razones. No es esa, sin embargo, toda la historia. El Génesis relata que la creación comenzó con unas palabras: “Y Dijo Dios, que sea la luz. Y la luz fue.Las palabras tienen una fuerza creadora que resulta temerario olvidar. Las cosas que decimos modifican nuestro ser. Más aún, la forma en que decimos las cosas va cambiando nuestra forma de ser y de pensar. A fin de cuentas, pensamos con palabras, así que es muy probable que, si cambiamos esas palabras, cambiemos también, en mayor o menor medida, lo que pensamos.

Voy a dar un ejemplo que me parece muy claro. Me he dado cuenta de que los jóvenes cristianos en España tienden a hablar igual que los que no son cristianos en lo referente al noviazgo. De hecho, les da vergüenza usar palabras como “novios” o “noviazgo”. Generalmente, sustituyen esas palabras malditas, que no se atreven a pronunciar, por “salir juntos”, “estar saliendo” o por “tener una relación” o una “relación de pareja”. Peor aún, a menudo se limitan a hablar de “lo nuestro”. Del mismo modo, no dicen “mi novio", sino “mi pareja” o incluso “esta persona”.

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18.03.10

En ocasiones, veo santos

Por una gripe inoportuna y especialmente virulenta, me ha resultado difícil escribir en los últimos días. Sin embargo, no quiero dejar pasar la ocasión de comentar una noticia de esta semana pasada: Roma ha aprobado la apertura del proceso de beatificación de Don Francisco Pérez y Fernández-Golfín, primer obispo de Getafe. Es decir, el primer paso oficial para una futura canonización, si Dios quiere.

Para mí, que conocí a Don Francisco, esta noticia es una gran alegría. Y debería serlo también para los que no le conocieron. Los cristianos no veneramos “héroes” en el sentido mitológico o clásico de seres sobrehumanos que realizaron grandes hazañas. Tampoco tenemos ídolos, como los cantantes y futbolistas de la sociedad moderna. Tenemos santos, que, en su pobreza y debilidad, reflejan la santidad del único Santo.

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12.03.10

Nadie rezará por nosotros cuando hayamos muerto

En el último viaje que hice a Munich, hace un par de semanas, estuve leyendo una serie de lápidas muy antiguas colocadas en la fachada de la catedral. Los alemanes suelen ser muy cuidadosos con las cosas del pasado y generalmente se preocupan por mantener y restaurar las que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. Como es lógico, las inscripciones estaban en latín, así que ya imaginarán que no había grandes colas para leerlas y pude hacerlo con tranquilidad.

Una de las lápidas me llamó la atención. Era de Henricus Vambes de Florimont. Este Don Enrique del Monte Florido era un eques gallus, es decir, un caballero francés, y me cayó bastante simpático. El pobre hombre, fue enviado en el s. XVII desde Francia a Baviera por María Victoria, la esposa del Delfín de Francia, que era alemana. Allí gastó sus energías trabajando y fue envejeciendo: “adolevit, viguit, consenuit”. Finalmente, “mortem Christiane obiit Monachi ex morbo senectute”, murió de viejo cristianamente en Munich cuando casi había llegado ya a los noventa años.

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10.03.10

Las nuevas bienaventuranzas

He traducido libremente para los lectores el siguiente texto, que he tomado del divertidísimo blog Acts of the Apostasy. Se trata de unas nuevas bienaventuranzas, más a tono con el mundo de hoy. Está claro que ha llegado el momento de modernizarse en la Iglesia. Hay que moverse al ritmo de los tiempos, sin pretender tener la Verdad absoluta o defender textos obsoletos que se pronunciaron hace muchos años, cuando aún no había televisión.

A fin de cuentas, todo eso de sufrir y llorar es de lo más preconciliar que hay. Porque Dios quiere que todos seamos felices ¿no? Lo que tenemos que hacer es vivir lo más cómoda y agradablemente posible. Y lo de la pobreza que dijo Jesús, claro está, hay que entenderlo en sentido metafórico de estar de parte de los pobres, pero sin renunciar a nuestras teles, buenos coches, vacaciones en la playa y ropa de marca. Para algo nos los hemos ganado. Por otra parte, Jesús tuvo la mala suerte de vivir en uno de esas épocas ignorantes en las que aún no se sabía que lo verdaderamente importante es la Ecología, pero si estuviese vivo hoy, seguro que sería de Greenpeace.

Espero que pueda arrancar una sonrisa de los lectores y animarles un poco el día… y que todo lo que ahorren en helado de chocolate anti-depresivo se dedique a donativos a InfoCatólica.

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