Ya falta poco

No, no me refiero a que queda muy poco para saber quién va a ganar las elecciones. Queda muy poco tiempo para algo mucho más importante: la Pascua. Es decir, el paso de Cristo de la muerte a la vida, de la Cruz a la Resurrección, que es también un paso especial de Dios por nuestras vidas.

En consecuencia, queda también muy poco tiempo de Cuaresma, un tiempo de gracia especial que la Iglesia nos regala como preparación del corazón para ese paso de Dios. Es muy posible que este tiempo haya pasado desapercibido para muchos cristianos, por descuido, desgana, alejamiento de Dios o por las preocupaciones de la vida y, sin embargo, Dios tiene un plan de conversión para cada uno de nosotros en esta Cuaresma en particular.

Por eso, yo quiero animar hoy a todos los lectores y a mí mismo a aprovechar estos últimos días de Cuaresma para convertir el corazón a Dios. Aún hay tiempo. Podemos convertirnos.

Al mirar nuestros pecados y los pecados de todos los hombres es fácil caer en la desesperanza y el cinismo y pensar “Si Dios cree que voy a cambiar, ya puede esperar sentado”. Sin embargo, Dios, como el Padre del hijo pródigo, está en pie, esperándonos a la puerta de casa, porque sabe que es posible, que con su gracia podemos convertirnos hoy.

Por eso, el secreto de la Cuaresma está en poner los ojos en Dios. Él sabe que nosotros, por nuestras solas fuerzas, no podemos vivir como él quiere, pero con su ayuda podemos llegar a ser una imagen de Jesucristo, su Hijo amado. Santa Teresa se convirtió mirando una imagen de Cristo en la Pasión y dándose cuenta de lo mucho que la amaba el Señor y de lo poco que había agradecido aquel amor.

Es hora de dejarse de excusas y de tonterías. ¿De qué valen el dinero, los bienes, el orgullo, la soberbia, los afectos o las ocupaciones que acaparan nuestra atención en comparación con el amor misericordioso que Dios está deseando regalarnos? Animo a todos los lectores a que se acerquen a experimentar de forma concreta esa misericordia en el sacramento de la Confesión. Y no sólo la misericordia, incluso la ternura que tiene Dios con quien acude a él reconociendo sus pecados. El Papa acaba de decir a un congreso de confesores: hoy es necesario hacer experimentar a quien se confiesa esa ternura divina por los pecadores arrepentidos que tantos pasajes evangélicos muestran con tonos de intensa conmoción.

No podemos perder tiempo, ni dejarlo para mañana. El demonio nos engaña, haciéndonos creer que ya nos convertiremos en otra ocasión, que ahora estamos muy ocupados, que no es un buen momento… y así consigue que llegue el final de nuestra vida y sigamos sin convertirnos. Lo dicen muy bien los versos de Lope de Vega, hablando de Dios, que llama a la puerta de todo hombre:

¿Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuanto amor llamar porfía.

…y cuántas, hermosura soberana,
“Mañana le abriremos”, respondía,
para lo mismo responder mañana
.

Es urgente. Convirtámonos. No mañana, no el mes que viene, no en otra ocasión. Ahora es el momento. Ahora es tiempo de gracia, ahora es tiempo de salvación. Nos estamos jugando algo mucho más importante que estas elecciones: nuestra vida entera, nuestra felicidad, la vida eterna. San Pablo comprendía tan bien que decidirse a vivir para Dios es jugarse la vida entera, que no le importaba suplicar a los hombres de su tiempo: En nombre de Cristo os suplicamos que os dejéis reconciliar con Dios.

7 comentarios

  
saruce
Amigo Bruno, parece que existe una prisa especial en convertirse. No confundamos a la gente sencilla.
Convertirse a Dios, es un simple acto de amor y de aceptación.
Y no nos jugamos nada, realmente, porque
Dios ha demostrado que nos ama, y que nos ofrece su misericordia, para perdonar nuestras faltas o pecados.
Menos miedo a Dios, y más confianza en Él.
Estemos en Cuaresma, en carnaval, o disfrutando de las vacaciones de verano.
Para más información, hablar con Jesús de Nazaret, María su madre, o José su padre, todos ellos en el cielo, y en nuestros corazones.
09/03/08 7:44 PM
  
Bruno
Estimado Saruce:

Pues claro que hay una prisa especial en convertirse. ¿No has leído el Nuevo Testamento que está lleno de esa urgencia? ¿No has visto a los apóstoles ir por todo el mundo a predicar el Evangelio, porque el mundo necesitaba desesperadamente convertirse? ¿No has leído las palabras de Cristo: El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará? ¿No te acuerdas de lo que decía San Pablo: el amor de Cristo nos urge?

Si por algo se caracterizaba la Iglesia Apostólica era por estar siempre en tensión, esperando a Cristo: Velad, estad alerta porque no sabéis el día ni la hora.

No entiendo lo que quieres decir con "Y no nos jugamos nada, realmente, porque Dios ha demostrado que nos ama". Precisamente por eso nos jugamos muchísimo, porque la conversión es decidirse a aceptar ese amor que Dios nos ofrece en lugar de rechazarlo. De eso depende nuestra felicidad, nuestra vida entera y, también, la vida eterna.

La decisión por Dios o contra Dios es la más importante que podemos tomar los seres humanos. ¿Cómo dices que no nos jugamos nada con ella?

No se trata de tener miedo a Dios, pero sí de ser conscientes de la gravedad que tiene para nosotros el rechazar en la práctica a Dios en nuestra vida. Rechazar a Dios es, literalmente, el infierno: privarnos de todo amor, toda esperanza, toda alegría, todo descanso.

El problema es, precisamente, que incluso teniendo a Jesús, María y José en nuestros labios, podemos no tenerlos verdaderamente en nuestros corazones, en nuestros actos, en nuestros pensamientos, en nuestra forma de ver la vida.

Que Dios nos conceda a todos la conversión.

Un saludo.
09/03/08 8:13 PM
  
Bruno
Como dicen los versos de Fray Pedro de los Reyes (S. XVI):

Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo de morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.

¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.
09/03/08 8:47 PM
  
Carmen Bellver
Bruno, me tomo la conversión del corazón en serio. Y como esta cuaresma ha sido bastante pagana, me retiraré, si Dios quiere, unos días de la próxima semana.

Vengo de mi retiro mensual. Seguimos con el Jesús de Raztinger.

Oremos unos por otros, porque también en este rincón virtual formamos comunidad.
09/03/08 8:57 PM
  
nachet
Hermoso artículo el de hoy, Bruno. Y me han gustado mucho los versos de fray Pedro de los Reyes. creo que entiendo lo que quiere decir saruce, pero considero que se equivoca cuando dice "Y no nos jugamos nada". Nos jugamos mucho. Y no, efectivamente, porque nos vaya a faltar la misericordia de Dios, sino porque el camino del cristiano es empinado, y la puerta del Reino de estrecha; porque, como los apóstoles hermanos, debemos abandonar todo y seguirle a su voz, y eso da un miedo atroz; porque si dejamos entrar a Dios en la casa de nuestra alma, se instalará cómodamente, y echará fuera todos nuestros intereses mundanos. Y eso no tiene nada de fácil.
10/03/08 3:03 PM
  
ALFONSO
Si,aqui todo bellas palabras,que se agradecen en un MUNDO SECULARIZADO,pero la CUARESMA es tambien 40 dias de LUTO por la muerte del Señor y 40 dias de penitencia,antes del esplendor de la Pascua.
Por cierto,en la liturgia renovada,el VIERNES SANTO ya no es luto,es solemnidad (de rojo) en fin,SOSPECHOSO.
10/03/08 9:13 PM
  
Bruno
Alfonso:

Coincido en lo de la penitencia.

Sé que la Cuaresma recuerda los 40 años en el desierto del pueblo de Israel y los 40 días de ayuno de Cristo, pero lo de cuarenta días de luto por la muerte del Señor no lo había oído nunca. ¿Quién afirma eso o de dónde lo has tomado?

Si no recuerdo mal, el color negro es opcional en los funerales y en el viernes santo, así que no se ha eliminado.

Por otro lado, el color rojo no es el color de las solemnidades (que son fiestas de especial importancia y pueden usar colores diferentes), sino el color de los mártires y del Espíritu Santo, así que es bastante adecuado para el día de la muerte del Señor.

Un saludo.
10/03/08 10:04 PM

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