InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: RD

7.02.08

Jesus, el chocolate y la Cuaresma

Una amable lectora francesa, afincada en Alemania, me envía un breve texto sobre la Cuaresma del P. Combeau, un joven dominico francés, que les traduzco a continuación, de forma bastante libre.

Lo que me ha llamado la atención del texto es que subraya algo que a mí personalmente siempre me gusta: ir a lo esencial.

Supongo que es evidente que no pretende afirmar que el ayuno o las privaciones voluntarias sean algo malo, todo lo contrario. Lo que sí dice es que las prácticas cuaresmales no son un fin en sí mismas, sino que están subordinadas al verdadero fin de la Cuaresma: convertirse, volver el corazón a Cristo.

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6.02.08

Es hora de volver

Al comenzar la Cuaresma, siempre me acuerdo del Libro de Nehemías. Mejor dicho, me acuerdo de una escena de ese libro que, a mi juicio, es de las más bellas de toda la Biblia.

Tras los 70 años de destierro en Babilonia, el pueblo de Israel consiguió volver a la tierra prometida, gracias al rey persa Ciro, que, enviado por Dios, venció a los babilonios y permitió a los israelitas volver a establecerse en sus antiguos dominios. En los libros de Esdras y Nehemías se relata el retorno del pueblo desde el exilio en Babilonia. La situación era terrible: Jerusalén, la Ciudad del gran Rey, estaba semiderruida y en los alrededores se habían ido establecido otros pueblos que hostigaban constantemente a los retornados. Con un grandísimo trabajo y sufriendo penalidades sin cuento, los retornados fueron reconstruyendo Jerusalén, el Templo, sus casas y murallas, en un trabajo que duró años y años.

En esa situación, Esdras, el sacerdote, y Nehemías, el gobernador, convocaron un día a todo el pueblo.

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5.02.08

Cantalamessa, las bienaventuranzas y la exégesis

Continuando con el tema de estos últimos días, me parece interesante este otro texto del P. Cantalamessa, publicado por , que, hablando de las bienaventuranzas, presenta dos puntos que, a mi juicio, son esenciales.

En primer lugar, advierte del peligro de creer, como muchos autores actuales, que sólo por medio de la investigación histórica se puede llegar al Jesús “auténtico”. Es la fe de la Iglesia, basada en la Palabra de Dios y en la Tradición, la que nos muestra al auténtico Jesús que nació en Belén siendo Augusto emperador, murió en tiempos de Poncio Pilato y resucitó para nuestra salvación.

Por otra parte, los Evangelistas no son simplemente historiadores, sino que, mediante la inspiración del Espíritu Santo, en sus Evangelios nos ofrecen los hechos y también la comprensión auténtica del significado que los mismos tienen para nuestra salvación. Es decir, su historia es una auténtica historia de salvación.

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4.02.08

Santo y feliz Jesucristo: una respuesta a X. Pikaza

Quaestio quodlibetalis 4. En el , recogí un texto de Raniero Cantalamessa, el predicador de la Casa Pontificia, sobre la primera bienaventuranza, en la que afirmaba que las bienaventuranzas sólo se entienden desde Cristo. Lo cierto es que, aun siendo consciente de lo valiosos que son las reflexiones del P. Cantalamessa, me sorprendió el interés que suscitaron, con más de mil visitas. Me he dado cuenta luego de que el texto parecía responder a un artículo de Xabier Pikaza sobre el tema, en el que se defendía la tesis contraria.

El propio Pikaza dejó constancia de ello con el siguiente comentario/pregunta en mi blog:

Un cristiano debe entender las bienaventuranzas desde Jesús ¡faltaría más! Pero dime en las bienaventuranzas (de la 1 a la 7) algo que no pueda aceptar un creyente de otra religión “teísta” (tomando el teísmo en sentido amplio). Más de una vez hemos leído y escuchado las bienaventuranzas con musulmanes, hindúes, judíos y otros… y he sentido que las tomaban como suyas ¿No te alegras por ello? Un saludo. Xabier

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3.02.08

El predicador del Papa y los pobres de espíritu

Hoy recojo esta breve reflexión del P. Raniero Cantalamessa, el Predicador de la Casa Pontificia, sobre una frase del Evangelio de hoy, la primera bienaventuranza: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Me ha llamado la atención el texto, porque, el otro día, una comentarista del blog afirmaba que las bienaventuranzas no están vinculadas necesariamente al cristianismo, sino que podrían ser asumidas por el budismo, el shintoismo o el confucionismo.

En cambio, el P. Cantalamessa subraya que esta bienaventuranza sólo cobra sentido por la venida de Cristo, que nos ha traído el Reino de Dios, un reino que está abierto para todos los que lo quieren recibir. Sin esa nueva situación, sin la venida de Cristo que ofrece el perdón gratuito de su Padre a todos lo hombres, la bienaventuranza no tendría ningún sentido. El pobre a quien se le llama bienaventurado es aquel que no está esclavizado por los bienes de la tierra y puede recibir en su vida la fe en Cristo, que vale más que el oro.

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