Las pruebas de los milagros
Ayer hablábamos en el blog sobre los milagros y sobre el tipo de pruebas que pueden necesitar. Es un tema más profundo de lo que parece y los diversos comentarios sobre el tema fueron muy interesantes.
Hay un punto esencial sobre este tema, que me gustaría resaltar: un milagro, sin la necesaria apertura a la Verdad, no pasa de ser un prodigio o, como diría alguien más moderno, un “fenómeno paranormal”. Es decir, algo que, o bien no tiene explicación o es una simple expresión de leyes naturales que aún no se han descubierto. En cualquier caso, algo más o menos curioso pero carente de significado para la propia vida. Por esta razón, el mismo Cristo se negó a hacer milagros ante Herodes, quien sólo quería disfrutar del espectáculo de un prestidigitador más hábil que los demás.

Hay cosas que no entiendo. Por suerte, como cuento con un grupo de lectores inteligentes, cultos y enterados (y que no se dejan influir por la adulación), puedo acudir a ellos para ver si me explican algunas de esas cosas.
Como hace poco que celebramos Pentecostés, me ha parecido oportuno traducir el siguiente texto de San Gregorio de Agrigento, un obispo siciliano del S. VII.
Un sacerdote norteamericano llamado Andrew Greeley ha tenido una



