Unidades pastorales y otros adefesios lingüísticos
Acabo de leer que en la diócesis de San Sebastián se ha creado una nueva unidad pastoral. Es decir, una especie de agrupación de parroquias, capillas y casas religiosas cuya dirección se ha encargado a algunos laicos comprometidos. No voy a hablar del hecho en sí, porque no conozco los detalles del mismo. Me voy a limitar a subrayar el horrible nombre del engendro: unidad pastoral.
Sería difícil haber elegido un nombre más feo que el de “unidad pastoral”, con sus resonancias burocráticas. Y, lo que es aún peor, de burocracia eclesial. No me cabe duda de que la fealdad de las palabras que utilizamos para hablar de la Iglesia y de sus asuntos reflejan una forma prosaica, materialista y mundana de entender la Iglesia que, por desgracia, se ha hecho muy común en nuestra época y nos afecta a todos. Proliferan los coordinadores, consejos, directores, asesores, áreas, grupos, unidades y demás zarandajas empresariales.

La emocionante situación que ha creado Benedicto XVI en relación con los anglocatólicos, la formación de los nuevos Ordinariatos y la Constitución Anglicanorum coetibus han hecho que, últimamente, me informe más en profundidad sobre los diversos grupos anglicanos y sus diversas teologías, liturgias, estructuras, etc. Contemplar a los diferentes grupos anglicanos ha hecho, curiosamente, que entienda mejor algo fundamental de la Iglesia Católica.
El otro día, un lector, Pacojota, me envió este chiste por correo electrónico y he decidido recogerlo en el blog. Creo que no nos vendrá mal leerlo, en especial a los católicos españoles. No sé lo que sucederá en otros países, pero a nosotros el chistecillo nos viene como anillo al dedo.
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