Religiosas con síndrome de Down
He tomado la siguiente noticia del estupendo blog Todo era bueno, que recomiendo vivamente a los lectores.
Ya he mencionado alguna vez que mi mujer es maestra de Educación Especial y psicopedagoga. Quizá por eso, me resulta más fácil ver que las personas con alguna discapacidad en general y con síndrome de Down en particular son hijos predilectos de Dios y hermanos de Cristo, que son inmensamente valiosos a sus ojos.
Les cuento esto para explicarles porqué me ha alegrado leer, en el blog mencionado al principio, que una congregación religiosa, las Hermanitas Discípulas del Cordero, aceptan a chicas con síndrome de Down como religiosas para su congregación. Quizá sea mi ignorancia, pero yo nunca había oído algo así de ninguna orden ni congregación religiosa.
Como primera impresión, tengo que decir que me parece algo magnífico. Me parece que es un recordatorio de que Dios nos llama a absolutamente todos los hombres a la santidad. Por supuesto, la vida religiosa no es necesaria para que las personas con discapacidad (ni las demás) sean santas, pero es un maravilloso camino de acercamiento a Dios, que centra la vida en Él de una forma especial. Me alegro de que no se prive a las personas con síndrome de Down del don de la virginidad consagrada, de la pobreza por el Reino de los cielos y de la obediencia que da la verdadera libertad, que son la herencia de la vida religiosa.