InfoCatólica / Espada de doble filo / Archivos para: 2018

13.03.18

Por qué no entendemos las parábolas (I)

No entendemos las parábolas. Estoy convencido de que, si de verdad las entendiéramos, la mitad de los bancos se vaciarían cuando el sacerdote comienza a decir “Lectura del Santo Evangelio…”. Solo la insinuación de que ese día iba a leerse una parábola bastaría para dejar la iglesia medio desierta, porque los fieles huirían como alma que lleva el diablo. Y buena parte de los que se quedasen se taparían los oídos, aterrorizados por lo que podrían escuchar.

¿Qué es una parábola? Una especie de cuento, respondería la mayor parte de la gente. Gran error. Como un explorador corto de vista que acaricia la cabeza de un león pensando que es un manso gatito, confundimos las parábolas con cuentecitos inofensivos y vagamente morales, que ya nos sabemos de memoria. Cuando se leen en Misa, tendemos a pensar en nuestro interior: “Ah, esa ya la conozco”. Y desconectamos, porque en nuestra insensatez creemos que ya nos sabemos la historia o la moraleja o el mensaje. Y lo cierto es que no entendemos nada de nada. Ni siquiera comprendemos lo que es una parábola.

Veamos una historia real que muestra lo peligrosa que es una parábola. Dios la incluyó en la misma Biblia hace unos tres mil años, para que pudiéramos escarmentar en cabeza ajena y empezásemos a vislumbrar la terrible realidad de las parábolas.

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2.03.18

26.02.18

La comunión de los santos y su parodia

A veces, cuando uno lee la noticia del último disparate eclesial, se asombra y piensa: ¿Cómo ha podido suceder esto? ¿Por qué nadie lo impide? ¿Están ciegos? Y al cabo de un par de horas o un par de días el escándalo se olvida, hasta que llega la noticia de un nuevo disparate eclesial y uno se indigna de nuevo y se pregunta otra vez el porqué.

Hoy me he desayunado con uno de esos escándalos: una Misa “de carnaval” en Alemania que comienza con un espectáculo de acróbatas y saltimbanquis, donde el diácono predica burlándose del celibato sacerdotal y suscita un gran aplauso entre la concurrencia, donde uno de los sacerdotes se viste de mujer antes de ponerse a cantar canciones de juerga en la Iglesia y donde un pastor protestante recibe solemnemente la Comunión.

Lo cierto es que este escándalo indignante y los demás que vemos en titulares y en la televisión no son acontecimientos independientes y casuales, aunque la forma de presentarlos en los medios de comunicación pueda dar esa impresión. Todo está relacionado y unos escándalos llevan casi indefectiblemente a otros. En particular, la gran masa de escándalos desconocidos, ya sea porque se ocultan intencionadamente o porque son tan habituales en algunos lugares que dejan de ser noticia, es la que alimenta, sostiene y protege los escándalos que aparecen en primera plana.

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22.02.18

Oración para conocer los propios pecados

Un sabio lector del blog (Roblete) dejó ayer un comentario que me llamó mucho la atención. Decía: “La conciencia de los pecados propios es una gracia que Dios concede y que debemos pedir con humildad”. Me ha parecido una frase muy profunda, a la par que sencilla.

El pecado tiene un efecto cegador. Cuanto más pecamos, más ciegos nos vamos haciendo ante nuestros pecados. Por eso, el que está alejado de la Iglesia suele creerse bueno y solo cuando nos acercamos a Dios nos hacemos verdaderamente conscientes de nuestros pecados.

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19.02.18

¿Incomparable? Esa palabra no significa lo que tú crees que significa

Una de las desventajas de tener un blog en el que se discuten multitud de temas es que uno se encuentra con una gran cantidad de sofismas, es decir, de argumentos que aparentemente son correctos, pero en realidad adolecen de un vicio oculto que los inutiliza y los lleva a conclusiones erróneas.

Algunos de estos sofismas son muy frecuentes, hasta tal punto de que uno se cansa de refutarlos una y otra vez. Cuando acabas de clarificarle por enésima vez a un comentarista por qué eso que dice es un sofisma típico, consistente en tales y cuales errores de la argumentación, llega otro comentarista que cae en el mismo sofisma y exige que le expliques de nuevo todo desde el principio, en una especie de perpetuo día de la marmota. Para evitar tener que repetir tantas veces lo mismo, voy a tratar de describir brevemente uno de los sofismas más comunes, el de la incomparabilidad. Y, para hacerlo más interesante, traeremos al blog a un invitado de prestigio, el cardenal Schönborn, que podrá ayudarnos a comprender mejor el tema.

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