Harry Potter y el legado maldito
La semana pasada, leí en una biblioteca el nuevo libro de la saga harrypotteriana: Harry Potter y el legado maldito. La acción comienza donde termina el último libro de la serie: con los personajes ya crecidos y casados, de modo que, al menos en parte, los verdaderos protagonistas de la nueva entrega son sus hijos.
La obra tiene dos particularidades. La primera es que es literalmente una obra, una obra de teatro, y no una novela, lo que me intrigó y me animó a leerla. La segunda es que tiene tres autores, ya que a J.K. Rowling se le han sumado un director (John Tiffany) y un dramaturgo (Jack Thorne).
Si tuviera que resumir mi impresión en una palabra, sería: decepcionante. Con instinto infalible, el libro desecha todo el sentido del asombro y de lo maravilloso que hizo que la serie fuera un éxito y se centra en los conflictos adolescentes obsesivos que convirtieron los últimos libros en una pesadez. Todo son quejas, quejas y más quejas, inseguridad, narcisismo y sentimentalismos.
Resulta sorprendente que haya participado un dramaturgo profesional, porque incluso desde el punto de vista formal, la obra es un desastre. Las acotaciones (directrices de escenario) se empeñan en decirle al lector cómo debe sentirse. Tiene innumerables escenas brevísimas y en lugares completamente distintos. Todos los personajes hablan con la misma voz, excepto dos de ellos, que parecen ser más caricaturas que otra cosa (el pobre Ron, que aparece como tonto de remate, y Ginny, cuyo único cometido parece ser despreciar y alabar gratuita y desorbitadamente a su marido, de forma aleatoria). Es un grandísimo fallo para una obra de teatro. Hace falta un gran aguante para soportar páginas y páginas de niños de once años hablando como si fueran cuarentones que aún no han dejado atrás del todo la adolescencia. Sólo conseguí llegar al final con un esfuerzo terrible.
La trama, malísima y llena de agujeros desde el principio, los personajes bastante desagradables, los enigmas penosamente triviales, las motivaciones absurdas y las reacciones disparatadas. Lo único que tiene de bueno es la posibilidad de volver a encontrarse con antiguos personajes de la serie, pero desgraciadamente muchos de ellos resultan irreconocibles. No se añade absolutamente nada a los libros anteriores desde el punto de vista imaginativo. Los autores se han limitado a reaprovechar escenas antiguas para captar a los seguidores de la serie.
A todo eso se suman los clichés habituales en el peor cine: los malos siguen estrictamente el estilo de los nazis (con saludo y todo), las mujeres siempre son más listas y buenas que los hombres, los hijos siempre son más listos que los padres, lo importante es “ser feliz", la moralidad consiste básicamente en sentimientos desenfrenados, etc., etc., etc. Se comprueba una vez más que el relativismo posmoderno de nuestra época, dejado a su aire, es letal para las novelas, el cine y el teatro, porque destruye el drama, la aventura y la sensación de asombro, para sustituirlos por la llanura gris y árida de la pura subjetividad.
En fin, quería que este libro me gustara, pero no ha sido posible. Por supuesto, actualmente es el número 1 en ventas de libros juveniles de fantasía en Amazon. Caveat emptor.
(Nota: he leído el libro original en inglés, así que no puedo opinar sobre la traducción)
15 comentarios
La serie original tenía (En mi muy no muy competente opinión) unos cuantos puntos altos... los personajes principales tenían relieve, y un arco generalmente bien desarrollado, y hasta codeaba con algunos temas clásicos (Estoy convencida de que Lily Potter es una "Donna Angelicata" con todas las letras [Espero que esto no me arroje de la zona de comentarios de este ilustre blog] y algunos ven en el personaje del profesor Snape un héroe byroniano). Siempre se me hizo que todo el mundo de Harry Potter pide a gritos la Redención: los personajes "penitentes" pagan carísimos todos sus errores.
Hay incluso un fraile dominico norteamericano que ha hecho una serie de videos en los que explica elementos de la fe católica tomando como pie cosas de la saga: [https]://www.youtube.com/playlist?list=PL808F8C2C74AFC34F (no pretende que sea una alegoría del catolicismo ni mucho menos, pero conecta los temas de una manera muy ingeniosa... un buen gancho para los fanáticos de las novelas).
Y para las mentes más maduras y ávidas, aconsejo que, después de "El Hobbit", y "El Señor de los Anillos", no tengan miedo y se atrevan con "El Silmarilion" y toda la saga de cuentos inconclusos, cuentos perdidos y la historia de la Tierra Media que publicó su hijo Christopher. Impresionante. Literatura de verdadero peso (así como los relatos de Tolkien que no tiene que ver con la Tierra Media). En la forma y en el fondo.
Y además coincido con los gustos literarios de Renzo, así que si él y tu desaconsejais Potter, Bruno, tampoco pienso comprárme las novelas de Rowling (que, admeás, me cayó un poco mal cuando dijo públicamente y con todo desparpajo que Harry Potter lo había escrito, con todas las secuelas detrás, únicamente por dinero).
Pero era previsible que tanto los añadidos on-line como esta nueva obra serían una perversión, una lamentable caricatura de la saga. Esto pasa cuando escribes "para el gran público" o para la pantalla grande (lo mismo que le pasa a G. Martin y su "Juego de Tronos", que no es más que un interminable plagio de grandes obras y temas clásicos; alevosamente plagia a Tolkien).
Pero bueno, la carrera por el Nobel exige grandes sacrificios (literarios, claro).
Saludos cordiales.
Muchos, incluso sacerdotes, han intentado "cristianizar" Harry Potter, y usarlo en esas confusas "nuevas estrategias de evangelización" (junto con la nueva onda de las "películas apostólicas")... ni qué decir que eso solo contribuye al sincretismo.
Por otro lado, conocí a un presbítero (fallecido ya), que daba clases de Cristología en el Seminario usando Las Crónicas de Narnia (no solamente, claro, sino como complemento).
Gracias por tu comentario, si bien Tolkien era católico y Lewis anglicano, tenían una gran amistad y discutían sus obras y los argumentos en encendidas conversacones.
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