La sopa de letras del anglicanismo
Los españoles e hispanoamericanos, normalmente, conocemos muy poco del anglicanismo. Quizá por eso nos cuesta más comprender la relevancia y a la vez las dificultades que implica la iniciativa de Benedicto XVI para permitir la unión con la Iglesia de los grupos de anglicanos que lo deseen.
A mi juicio, esta iniciativa del Papa ha sido uno de los logros más importantes del verdadero Ecumenismo de los últimos cien años, junto con la unión con los siro-malankares, la mejora de relaciones con los ortodoxos desde Pablo VI, la declaración conjunta con los luteranos sobre la justificación o la apertura de conversaciones con las Iglesias Orientales no calcedonianas, por ejemplo. Pero, precisamente por su importancia, se enfrenta a unos enormes desafíos, en particular por lo complejos que son los grupos a los que se dirige.