Se admiten apuestas
La Confesión Anglicana en Australia ha intentado adaptarse a los nuevos tiempos nombrando su primera mujer “obispo”. Se separa así de una gran parte de las provincias anglicanas del mundo, que, teniendo en cuenta la tradición eclesial, no aceptan la ordenación de mujeres.
No deja de resultar curioso que una gran parte de las confesiones cristianas surgidas de la Reforma con la finalidad de poner la Escritura por encima de todo, hayan terminado por prescindir del testimonio bíblico y de los primeros siglos de la Iglesia en asuntos como la ordenación de la mujer, el divorcio o la homosexualidad. Curiosamente, estos puntos son los mismos que propugna sin descanso la sociedad no cristiana.
También en Australia, la Iglesia Católica ha decidido adaptarse a los nuevos tiempos, pero de una forma muy distinta.

El domingo pasado, por razones de horario, fui a la Eucaristía en una iglesia a la que no suelo asistir. Fue una Misa rapidísima para ser un domingo, apenas duró veinticinco minutos. Eso sí, de esos veinticinco minutos, unos quince correspondieron a la homilía.
Quien conozca bien Madrid, probablemente habrá oído hablar de la pastelería Hontanares, en Avenida de América. No voy a hablar hoy de esta pastelería, aunque sus dulces tradicionales bien merecerían una oda, sino de un mendigo que suele colocarse ante su puerta.
En el
El blog De Lapsis, de Juanjo Romero, habló ya ayer de este tema de los campañas, completando muy bien lo poco que yo había apuntado sobre ello, así que no voy a darle más vueltas. Me voy a limitar a proponer una posible campaña pública que a mí, por las razones que ahora explicaré, me alegraría especialmente.









