Tú que lees estas líneas
Recorriendo las calles de Verona hace un par de semanas, entré en una pequeña iglesia cerca de la Piazza Signori, con el bonito nombre de Santa María la Antigua. El interior no era nada especial desde el punto de vista artístico, así que, después de arrodillarme ante el Dueño de la casa y de pedir por mis lectores y otras intenciones, como acostumbro a hacer en esas ocasiones, decidí marcharme a seguir viendo la ciudad.
Estaba a punto de salir, cuando llamó mi atención una losa de piedra, en una capillita lateral, con una larga inscripción en latín. No se trataba, como sucede en otras ocasiones, de alabanzas a un noble o a un rico comerciante por las donaciones que habían hecho, sino de una preciosa historia, sucedida en el s. XVIII.
Empieza la inscripción de una forma verdaderamente magistral, captando la atención con una de esas frases latinas tan sonoras y vibrantes: Arcana eligentis dei revere qui legis. Tú que lees estas líneas, asómbrate de los misterios de la elección de Dios. Sólo con leer esa frase ya quedé sobrecogido.