Rebajas de camisetas ateas por liquidación
Hoy quiero invitar a los lectores a pensar un poco. Pero no como respuesta a razonamientos rigurosos y profundos, porque eso, por desgracia, se lleva muy poco actualmente (con honrosas excepciones, claro, como los lectores de este blog). Pasaron ya los tiempos, más sabios que los nuestros, en los que una disputa entre Arrio y Atanasio, San Bernardo y Abelardo, Newman y Kingsley o Chesterton y Shaw electrizaba a la opinión pública y era seguida con tanto o más interés que una guerra o una crisis económica.
Nuestra época, en cambio, se mueve más por eslóganes que por razonamientos. Las grandes ideas que influyen en millones de personas no se desvelan hoy en tesis doctorales, ni se pronuncian desde los púlpitos o en los parlamentos, sino que se transmiten en series de televisión y las lleva la gente en sus camisetas. Siempre han existido los eslóganes, pero son especialmente apropiados para las generaciones del pensamiento débil, que prefieren sus ideas cortaditas, lavadas y envasadas al vacío, para mayor comodidad.