Una historia muy triste
Acabo de leer una historia tristísima, sucedida en Chicago. Janine Denomme, una conocida activista homosexual, fue “ordenada” como sacerdote el mes pasado, por un grupo llamado Roman Catholic Womenpriests (Mujeres Sacerdote Católicas). Como es lógico, eso supuso su excomunión latae sententiae. El Código de Derecho Canónico prevé la excomunión automática para todos aquellos que participan en una simulación del Sacramento del Orden Sacerdotal.
Increíblemente, a pesar de ser lesbiana militante y Directora de un Programa Juvenil de orientación homosexual, de vivir públicamente con su “compañera” y defender la ordenación de mujeres, Janine era un “miembro activo de la iglesia de Santa Gertrudis” (de hecho, sigue saliendo en la web de la parroquia como miembro del Consejo Parroquial y como ¡acompañante o directora espiritual para los fieles!). Se había formado en la Universidad de Detroit Mercy, una universidad católica de los jesuitas, fue miembro del Jesuit Volunteer Corps y había sido profesora en el Colegio Católico de Santa Escolástica y en la Universidad DePaul, la mayor universidad católica de los Estados Unidos, dirigida por religiosos paúles.
Todo eso ya es bastante triste de por sí, pero, por desgracia, es una cosa tan común que ya no llama la atención. Lo que realmente me ha entristecido es leer que Janine Denomme estaba enferma de cáncer y murió hace dos días.

Un lector me pide que comente el siguiente
Temporibus illis, hace muchos años, tuve un profesor de Filosofía que me dio un consejo que todavía recuerdo. Sugirió que fuésemos un día al cine y nos sentáramos en la primera fila. Después, en cuanto empezara la película, en lugar de verla, lo que teníamos que hacer era darnos la vuelta y mirar a la gente que había ido al cine. Decía que la gente, sus actitudes, sus caras y sus reacciones ante lo que estaban viendo eran muchísimo más interesantes que la propia película.
Por fin, parece ser que los años de callada y constante labor de la diplomacia española están dando sus frutos. Otros países, o al menos algunos grupos dentro de ellos, empiezan a reconocer el papel de nuestro país en la escena internacional. En particular, lo que se reconoce es la inmensa labor de nuestro Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, autor de iniciativas de tanto calado mundial como la Alianza de Civilizaciones, que la Historia sin duda recordará como uno de los grandes logros del s.XXI, fundamento de una paz y un entendimiento al menos tan duraderos como los de Versalles.
Me pide un lector que comente un texto de César Vidal y, Dios mediante, eso pienso hacer… en otro artículo. Antes de saltar a la refriega y a la discusión de argumentos y temas más concretos, quiero escribir algunas consideraciones sobre este periodista y escritor, que es, probablemente, el protestante español más conocido en España en la actualidad. Curiosamente, además, se da el hecho de que su popularidad ha crecido, en buena parte, en un medio perteneciente a la Conferencia Episcopal española, aunque indudablemente sean sus propios méritos la causa principal de dicha popularidad. En fin, todo esto hace que sea un personaje fascinante.



