Obama y la devaluación de lo sagrado
En los Estados Unidos, se celebró este domingo el Día del Padre. En Norteamérica y en un gran número de países que han seguido su influencia (incluyendo buena parte de Hispanoamérica), el Día del Padre es el tercer domingo de junio. Como es lógico, la festividad católica de San José no es bien recibida ni por protestantes ni por laicistas, de manera que se utiliza esta otra fecha completamente arbitraria, que está basada únicamente en la circunstancia de ser cercana al cumpleaños del padre de la inventora de la idea, una norteamericana llamada Sonora Smart.
Debo confesar que, este año, me impresionó el inicio del discurso del Presidente Barack Obama con motivo del Día del Padre: “Desde los primeros instantes de la vida, el vínculo forjado entre un padre y un hijo es sagrado”. Es una frase sonora y muy potente, especialmente impresionante para los que tenemos hijos. Sin embargo, me temo que la frase sólo me resulta significativa porque para mí, a diferencia de para el Presidente de los Estados Unidos, la palabra “sagrado” significa algo.

Varios lectores me han pedido, de nuevo, que comente la última
Muy poco a poco, las cosas van cambiando en las relaciones entre católicos y ortodoxos. Por supuesto, siempre hemos tenido una esperanza teologal de que Dios podía hacer milagros y conseguir la reconciliación de la Ortodoxia con la Iglesia Católica. En las últimas décadas, sin embargo, los avances en este campo han hecho que, además de la esencial esperanza teologal, empiece a apuntar también una cierta esperanza humana de que la unidad con los ortodoxos esté más cerca.
Hay cosas que no entiendo. Por suerte, como cuento con un grupo de lectores inteligentes, cultos y enterados (y que no se dejan influir por la adulación), puedo acudir a ellos para ver si me explican algunas de esas cosas.









