Un ginecólogo abortista sin pelos en la lengua
Incluyo unos párrafos, comentados en rojo por mí, de una entrevista a un ginecólogo abortista que ha aparecido en El Mercantil Valenciano y me ha parecido extraordinariaemente interesante. Este ginecólogo, Pere Enguix, es militantemente abortista y, como tal, dice las grandes barbaridades que se podrían esperar, confundiendo liberación de la mujer con el aborto y la conciencia moral con hacer lo que a cada uno le dé la gana.
Parece, sin embargo, que es también un hombre sin pelos en la lengua y, por ello, reconoce muchas de las cosas que oculta el pensamiento políticamente correcto. Como me parecen muy significativas, las señalo en negrita. Ojalá todos los antiabortistas se atrevieran a ser tan claros como este hombre.
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Siempre he tenido simpatía por los perdedores. Mi tendencia es a ponerme de parte de los diversos legitimistas europeos, los últimos de Filipinas, el Sur en la guerra de Secesión norteamericana o los emperadores en China. Cuando leo el relato de una batalla, no puedo evitar desear irracionalmente que gane quien sé que fue derrotado. Las causas más o menos perdidas tienen un aire de romanticismo que las hace especialmente atractivas, al margen de sus otras cualidades o falta de ellas.
Tras la interesante discusión en el
Cuando Moneo diseñó la Catedral de la diócesis de Los Ángeles, por no echarme a llorar, intenté ver el lado bueno del asunto. Pensé: “Al menos, tras ver este engendro, ya nadie más le encargará iglesias a este arquitecto. Cara nos ha salido la vacuna, a doscientos millones de dólares, pero sin duda es eficaz, porque después esta monstruosidad el nombre de Moneo irá a formar parte de la lista negra de arquitectos que incluye al diseñador de los cimientos de la Torre de Pisa, al arquitecto de Chernobyl y al que le prometió al faraón Keops que en un par de meses estaba terminada la pirámide”.
La primera vez que vemos o hacemos algo tiene siempre una fuerza especial para impresionarnos. La novedad llama nuestra atención y hace que nos fijemos en todo, que estemos alerta ante los más pequeños detalles y que grabemos la ocasión en nuestra memoria.



