InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Oraciones

21.11.25

Agradecer los castigos

No rechaces, hijo mío, el castigo del Señor, ni te enojes por su corrección, dice el libro de los Proverbios. Dios nos da muchos regalos y sus castigos no son el menor de ellos. Necesitamos que Dios nos castigue, como un padre castiga a su hijo preferido, para que aprendamos a rechazar el mal y elegir el bien.

¿Qué padre no castiga? Aquel a quien sus hijos no le importan nada. Mis padres me regañaron y castigaron muchas veces y yo se lo agradezco inmensamente. Si no lo hubieran hecho, me habría convertido en un adulto mimado, egoísta e insufrible. Cualquier hijo con dos dedos de frente se da cuenta de ello.

Mucho más aún, pues, tendremos que agradecer los castigos que Dios nos manda, desde las pequeñas incomodidades cotidianas a las humillaciones, las enfermedades y la misma muerte, que son consecuencia del pecado de Adán y del nuestro, a la vez castigo y pena saludable. Porque Dios así lo ha querido, nos ayudan a convertirnos y son señales para que no nos perdamos en el camino hacia el cielo.

Como es un tema del que no se habla casi nada y por si ayudara a alguien, he escrito para mí y para el blog una sencilla oración con la que agradecer a Dios los castigos que nos regala.

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22.09.25

El santo desparpajo

No hay que tener vergüenza en hablar de Dios y de sus cosas. Más bien, lo propio del cristiano es el santo desparpajo del que está a gusto hablando de Dios. Si la Trinidad misma habita en nuestro corazón por la gracia, ¿de qué otra cosa vamos a hablar? De lo que rebosa el corazón habla la boca.

La gente habla con entusiasmo de su equipo de fútbol, de su trabajo o de su salud, es decir, de las cosas que les enorgullecen, les gustan y les interesan. ¿Cómo no vamos a hablar nosotros con mucho más entusiasmo de lo que es nuestra gloria? El que se gloríe, que se gloríe en el Señor, decía San Pablo y lo ponía en práctica hablando de Dios un día sí y otro también.

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14.05.25

Alégrate con nosotros

Después del pregón pascual, creo que no hay oración de Pascua más bonita o más audaz que el Regina Caeli. A pesar de mi escasa habilidad musical, me encanta cantarlo con mi esposa y mis hijos todos los días y, para mí, es lo que distingue a la cincuentena pascual: son los días en los que la Iglesia nos regala cantar el Regina Caeli.

La noche de Pascua, los católicos salimos de la vigilia rebosando de gozo y eso es lo que da origen a esta oración, que no es más que la alegría ante la resurrección de Cristo, que rebosa una y otra vez de nuestro pecho, “como los torrentes del Neguev”. ¿Qué podría ser más normal que compartir esa alegría con nuestra Madre? Especialmente si tenemos en cuenta que el Regina Caeli, a pesar de su brevedad, encierra de alguna forma en su interior todos los misterios de la Vida de nuestra Señora.

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27.03.25

Las primicias del día

El otro día, en uno de los salmos de laudes, el Salmista cantaba, lleno de gozo:

Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.

Con estas palabras se nos da una magnífica definición de lo que es un cristiano: el que tiene la gran fortuna de vivir dichoso en la Iglesia, alabando siempre a Dios. Laudes, la oración matinal de la Iglesia, significa en latín precisamente eso: alabanzas, porque estamos llamados a empezar cada día alabando a Dios.

La oración por la mañana, antes de que hagamos ninguna otra cosa, es muy especial y diferente de cualquier otro momento de oración del día. Antes de que salga el sol, antes de que empiecen los trabajos de la jornada, antes de que nos ocupemos de nuestros propios asuntos, nuestros ojos, nuestro corazón y nuestra mente se ponen en Dios, para que así se cumpla el primer mandamiento: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.

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14.12.23

Oración para que Dios nos libre de los trolls (en latín)

Puesto que la Iglesia siempre ha pedido a Dios que la libre de las plagas y catástrofes, ¿por qué no pedir también que nos libre de algunas plagas modernas? Desgraciadamente, hay muchas entre las que elegir, pero no se me ocurre una más irritante que la de los infinitos trolls que infestan las redes para que los demás ejercitemos la paciencia en este valle de lágrimas.

Después de haber tenido que borrar literalmente miles de comentarios de trolls a lo largo de los años en el blog, he compuesto una oración para pedir a Dios que nos proteja de esta plaga virtual. Buscando que fuera más sucinta, tradicional y sonora (y porque me apetecía), la he compuesto en latín.

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