¿De quién es el honor?
Me ha hecho gracia leer que un grupo de ateos del Reino Unido ha firmado una carta pública diciendo que el Papa Benedicto XVI no se merece el honor de ser invitado al Reino Unido. En ella, recogen las típicas acusaciones contra la Iglesia, con la curiosa idea de que, si repiten mucho las cosas, terminarán por ser (o parecer) ciertas.
No puedo evitar preguntarme algo que los firmantes de la carta parecen dar por sentado. ¿Qué tiene el Reino Unido, para que sea tan gran honor ser invitado al mismo? A este efecto, he traducido unos párrafos de un conocido bloguero anglicano, con el seudónimo de Archbishop Cranmer, sobre la situación actual del Reino Unido:

Leo en Internet que la Conferencia Episcopal de Paraguay ha publicado una
El martes pasado, día tres de agosto, celebramos la memoria de Santa Lidia. No es una santa muy conocida en España, pero debería serlo, porque fue la primicia de la fe en nuestro continente, la primera en convertirse al cristianismo en Europa. Hace la friolera de mil novecientos setenta y pico años. Para que luego vengan los de la Constitución Europea y nos hablen de la Ilustración, que es de antesdeayer.
Hay palabras y expresiones que hacen que, al oírlas, se le pongan a uno los pelos de punta y suenen inmediatamente todas las alarmas. Algunas de esas expresiones, para mí, son las de “Iglesia oficial”, “Iglesia institucional” y “doctrina oficial”. En mi experiencia, el uso de estas expresiones indica la presencia de unos prejuicios profundamente arraigados que desnaturalizan totalmente la esencia misma de la Iglesia y de su enseñanza. En general, suelen transmitir la idea de que se puede ser católico sin pensar, actuar ni sentir como católico, porque esas cosas pertenecen a la Iglesia o a la doctrina “oficiales". Es decir, la idea de que se puede ser católico sin molestarse en serlo.
Hace unos días, visité la catedral de Tuy, dedicada a Nuestra Señora y de la que es canónigo penitenciario D. Guillermo Juan Morado, ilustre bloguero de InfoCatólica. Por desgracia, como la visita fue imprevista, no pude ponerme en contacto con él. Sin embargo, visité la iglesia, que no conocía, y me alegré mucho de ello. No sólo me gustó la catedral, sino que también me impresionó muy agradablemente la organización de la misma y he pensado que convenía contarlo aquí, por si alguien puede sacar de esto una buena idea para otras catedrales e iglesias.



