Calzadas virtuales
Cuando los romanos construían sus calzadas por todo el mundo conocido, no eran conscientes de ello, pero estaban preparando el camino para los Apóstoles. Su propósito era facilitar las comunicaciones militares, comerciales y administrativas que les permitieran gobernar su extensísimo imperio, pero Dios tenía otros planes. Las calzadas romanas unieron puntos lejanos de Europa, Asia y África, entre los que anteriormente era muy complicado viajar, y los primeros misioneros cristianos aprovecharon esas vías de comunicación para anunciar el Evangelio hasta el último rincón del mundo grecorromano. Las águilas imperiales, sin saberlo, se convirtieron en heraldos de la Cruz.
Del mismo modo, en el siglo pasado, Internet fue concebido como medio de comunicación militar en el Departamento de Defensa Estadounidense. Pronto quedó claro el vastísimo potencial que tenía la idea para las comunicaciones científicas, comerciales, administrativas, etc. Sin embargo, aunque una vez más sus creadores no fueran conscientes de ello, es muy posible que, a los ojos de Dios, Internet sea ante todo una herramienta valiosa de evangelización, que nos ofrece a los cristianos una nueva forma de ir a todo el mundo a anunciar el Evangelio.
La red de redes no puede ser olvidada por los cristianos. En cada momento histórico tenemos que aprovechar los medios de comunicación que nos permitan comunicar la fe a todos los rincones de la tierra: las calzadas romanas en el siglo I, la imprenta en el XV, las carabelas de los descubridores en el XVI, las nuevas vías férreas en el XVIII y, al comienzo de este nuevo milenio, Internet. Las calzadas de hoy son virtuales y los apóstoles de nuestro tiempo no pueden dejar de recorrerlas. Cristo está deseando hacerse el encontradizo, como ya hizo en Emaús, con los que caminan sin esperanza por los innumerables caminos de Internet.

En el
He recibido esta carta de una lectora que vive en los Estados Unidos. Me cuenta en ella cómo vive la fe en la sociedad norteamericana, sus dificultades, sus luchas, etc. Lo he titulado “Vida oculta de una católica en EE.UU.” recordando la vida oculta de Jesús durante 30 años en Nazaret, porque Conchi vive la fe sin llamar la atención y no sale en los periódicos ni cena con el Presidente, pero eso no le quita ni un ápice de intensidad a la aventura en la que se ha embarcado.
Como el otro día hablábamos de
Todos los lectores conocerán ya, supongo, la noticia de que varias organizaciones proabortistas han estado repartiendo unas cajas de cerillas con la imagen de una iglesia católica ardiendo y el lema: la única iglesia que ilumina es la que arde. Como es lógico, la inmensa mayoría de las reacciones ante esta barbaridad han sido de rechazo, incluso pidiendo legítimamente que se tomen acciones legales contra ella.









