El predicador del Papa y los pobres de espíritu
Hoy recojo esta breve reflexión del P. Raniero Cantalamessa, el Predicador de la Casa Pontificia, sobre una frase del Evangelio de hoy, la primera bienaventuranza: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Me ha llamado la atención el texto, porque, el otro día, una comentarista del blog afirmaba que las bienaventuranzas no están vinculadas necesariamente al cristianismo, sino que podrían ser asumidas por el budismo, el shintoismo o el confucionismo.
En cambio, el P. Cantalamessa subraya que esta bienaventuranza sólo cobra sentido por la venida de Cristo, que nos ha traído el Reino de Dios, un reino que está abierto para todos los que lo quieren recibir. Sin esa nueva situación, sin la venida de Cristo que ofrece el perdón gratuito de su Padre a todos lo hombres, la bienaventuranza no tendría ningún sentido. El pobre a quien se le llama bienaventurado es aquel que no está esclavizado por los bienes de la tierra y puede recibir en su vida la fe en Cristo, que vale más que el oro.

Cuando, el pasado 7 de junio, Benedicto XVI permitió de forma general para toda la Iglesia la celebración con el rito extraordinario de la liturgia romana, es decir, con la liturgia anterior al Vaticano II, inmediatamente se dispararon las predicciones, algunas marcadamente tremendistas y agoreras. En muchos casos, se advirtió del comienzo del derribo del Concilio Vaticano II y de una era oscurantista, en otros se afirmaba que no serviría de nada o que no tendría resultados apreciables.
Hoy les ofrezco algunos fragmentos de la homilía que pronunció Benedicto XVI el año pasado en esta fiesta de la Epifanía del Señor (es decir, lo que se suele llamar la Fiesta de los Reyes Magos).
La semana pasada vi algo que me escandalizó bastante. El día de la Inmaculada fui a misa a la parroquia que me corresponde territorialmente, a una misa celebrada por el párroco. Acostumbro a ir a misa a otra parroquia diferente y, cuando voy a ésta, suele ser a las misas presididas por otros sacerdotes, por lo que es raro que coincida con el párroco. Quizá por eso me sorprendió que se inventara un credo suyo particular, que venía a decir (cito de memoria):
Por desgracia, es una costumbre habitual entre buena parte de los católicos no pensar en lo que se está diciendo en las oraciones de la misa. ¡Qué desperdicio! Especialmente ahora en Adviento.



