InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

10.10.09

Lingua latina facebookiensis

Ayer me enteré de que facebook puede configurarse para que todos los títulos, avisos e instrucciones aparezcan en latín. Enseguida he latinizado el mío y resulta muy divertido leer, por ejemplo, “Mihi placet”, en lugar de “Me gusta” o “Epistulae” en lugar de “Mensajes”. Es una forma fácil y simpática de refrescar esta lengua.

Todo lo que se haga para promocionar el latín me parece, en principio, estupendo. No se trata, simplemente, de que sea una lengua preciosa. Que, en efecto, lo es. Tampoco me refiero al placer que puede suponer leer a los clásicos latinos en su lengua. Que es enorme. Hablo de algo que nos toca más de cerca a los católicos. Estoy convencido de que los problemas de identidad que sufren la Iglesia y los católicos en la actualidad provienen en parte del abandono del latín.

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9.10.09

El día del nacimiento de Santa Inés

Santa Inés de Domenichino

Como ya sabrán algunos lectores, el martes pasado nació mi hija Inés. Para señalar tan fausto acontecimiento, he traducido los versos que compuso San Ambrosio, en el siglo IV, en honor del martirio de Santa Inés. Aunque mi rápida traducción no les haga justicia, son unos versos preciosos y harán estremecerse a cualquiera que tenga sangre en las venas.

Conviene recordar que, para la Iglesia, el día del verdadero nacimiento de los mártires, su dies natalis, era el día en que sufrían el martirio y, así, eran engendrados a la Vida que no tiene fin. Generalmente, la fiesta de un santo se celebra en el aniversario de ese día en que se abrieron para él las puertas del cielo.

Inés, una adolescente, casi una niña, estaba consagrada a Cristo como virgen cuando llegó la terrible persecución de Diocleciano. Quisieron obligarla a sacrificar a los ídolos y, después, a que renunciara a su virginidad, forzándola a vivir con prostitutas. Ella, sin embargo, a pesar de sus pocos años, se mantuvo firme en la fe, como una auténtica virgen cristiana y fue ejecutada en lo que hoy es la Piazza Navona.

Es enternecedor ver cómo San Ambrosio, obispo de Milán y Doctor de la Iglesia, canta humildemente con estos versos la fortaleza en la fe de una chiquilla romana que, con su martirio, mostró que su debilidad podía más que la fuerza de los hombres. Espero tener algún día tiempo para escribir una traducción en verso, que ayude a vislumbrar la belleza del original.

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Es el día del nacimiento de Santa Inés,
que, consagrada con su piadosa sangre,
devolvió al cielo el espíritu
que había recibido en préstamo.

Ella, que aún no tenía edad para el matrimonio,
tuvo edad suficiente para el martirio,
mientras vacilaba la fe de los varones
y se rendían los fatigados ancianos.

Por el miedo, sus padres, aterrados,
quisieron mantenerla oculta,
pero la fe incontenible
rompió las puertas que la encerraban.

Por la alegría de su rostro
parecía que fuera a su boda,
llevando nuevas riquezas a su Esposo,
pues era su dote su propia sangre.

Pensaron que sacrificaría con antorchas
en el altar de la abominable deidad,
pero respondió: “Las vírgenes de Cristo
no tocan con sus manos esas antorchas”.

“Este fuego apaga la fe;
estas llamas se llevan la luz.
Heridme aquí y el torrente de mi sangre
apagará los fuegos”.

La golpearon, pero no perdió su dignidad,
se cubría con su vestido,
conservando así su modestia,
para que no la observaran.

Aun en la muerte mantenía el pudor,
cubriendo el rostro con las manos,
y, así, modestamente,
cayó a tierra de rodillas.

25.09.09

Ordo Virginum

Hace algunos días, se hizo referencia en el blog al Orden de las Vírgenes. Como la mayoría de los católicos no sabe qué es el Ordo Virginum, me ha parecido una buena idea hablar de él. He pedido a una lectora que me envíe algo de información sobre el tema.

Todos estamos acostumbrados a la existencia de congregaciones religiosas, que forman parte de la vida cotidiana de la Iglesia. Sin embargo, en los orígenes del cristianismo no existían estas congregaciones, lo que existía era el Orden de las Vírgenes (y el de las Viudas). Eran mujeres consagradas totalmente a Dios en virginidad, que ya se mencionan en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de San Pablo. En lugar de estar organizadas en congregaciones, como las religiosas actuales, dependían directamente del obispo y la diócesis y prestaron durante siglos servicios valiosísimos a la Iglesia.

Esta institución, sin embargo, terminó por caer en desuso y, a partir del siglo XIV, son muy pocos los casos de vírgenes consagradas de esta forma. El Concilio Vaticano II decidió recuperar el Ordo Virginum y, desde entonces, poco a poco, cada vez más mujeres van entrando en él. Actualmente, en España hay más de ciento cincuenta vírgenes consagradas.

Quizás lo que más me ha gustado de lo que cuenta esta lectora es que las vírgenes consagradas son un signo escatológico. Es decir, son signo para nosotros de lo que será la vida del cielo, de que Dios basta para hacernos felices. Nos recuerdan (yo diría, incluso, nos demuestran) que Cristo se ha desposado con la Iglesia y nos quiere a cada uno inmensamente. No está mal, ¿verdad?

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22.09.09

Una sugerencia sobre el rito mozárabe

El rito hispano o mozárabe no es más que la antigua liturgia que se celebraba en la Hispania romana y visigótica, antes de la conquista musulmana. Esta liturgia casi desapareció en España en el siglo XI, cuando el rito romano se extendió por la península. Paradójicamente, se conservó en la zona de dominación árabe, ya que los cristianos sometidos que vivían en ella apenas tenían comunicación con los de la España cristiana.

Al reconquistar Toledo, se decidió mantener el rito hispano antiguo en seis iglesias de Toledo y en una capilla de la catedral, para las familias que descendían de los cristianos de este rito. A partir de entonces, se conoció el rito como mozárabe, ya que los “mozárabes” eran los cristianos que vivían en territorio musulmán. Cisneros se ocupó de revisar y unificar los libros litúrgicos y, en el s. XX, D. Marcelo, arzobispo de Toledo, realizó una nueva revisión y traducción a lengua vernácula.

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21.09.09

Idiomas y ritos

Al ser traductor, con frecuencia me pide la gente sugerencias para aprender un idioma. Entre otras muchas cosas, cuando la persona que me lo pregunta es católica, le suelo aconsejar que rece el rosario o, si puede, que vaya a Misas celebradas en ese idioma. De esa forma, con frases que a uno le resultan familiares y que se repiten una y otra vez, se va acostumbrando a pensar y hablar directamente en el idioma que sea, en lugar de pensar en español y luego traducir. Yo mismo lo he hecho así muchas veces y he rezado innumerables rosarios o la liturgia de las horas en inglés, francés, alemán, italiano, griego o latín y he asistido cuando he podido a Misa en las parroquias inglesa o francesa de Madrid.

Según me han dicho en varias ocasiones los que han seguido mi consejo y según yo mismo he experimentado, una ventaja adicional de esta práctica consiste en redescubrir como algo nuevo lo que se está diciendo. Desgraciadamente, la rutina hace que muchas veces repitamos las oraciones sin pensar en lo que decimos y el pequeño esfuerzo de utilizar otro idioma nos puede ayudar a mantenernos atentos y en la tensión propia del que está orando, en lugar de balbucir palabras sin sentido.

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