Hablar en lenguas
Como hace poco que celebramos Pentecostés, me ha parecido oportuno traducir el siguiente texto de San Gregorio de Agrigento, un obispo siciliano del S. VII.
Es parte de su Comentario al Eclesiastés y responde a una pregunta muy interesante: si hemos recibido el Espíritu Santo, ¿por qué no hablamos en lenguas como los apóstoles? En Pentecostés, los Apóstoles predicaron a una muchedumbre de extranjeros de diferentes países y todos les entendieron. En las cartas de San Pablo, se muestra cómo, en las primeras comunidades, se alababa al Señor en lenguas.
Actualmente, sin embargo, sólo en las comunidades carismáticas y en la vida de algunos santos se pueden encontrar estas dos modalidades del don de lenguas del Espíritu Santo. ¿Y los demás cristianos? ¿Es que no hemos recibido de verdad el Espíritu Santo? San Gregorio se lo preguntó y dio una respuesta de fe, a la vez que sacó a la luz algunas de las inmensas riquezas de la Escritura que nos ayudarán a disfrutarla y comprenderla mucho mejor.
He tomado el texto del estupendo blog en inglés Canterbury Tales.
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He leído en el
Al estudiar Historia, es frecuente reírse de los conquistadores españoles y los mitos que perseguían ingenuamente: el Dorado, las amazonas, el país de la canela… Así Ponce de León, según se cuenta, descubrió la Florida buscando la legendaria fuente de la eterna juventud. Desde nuestra suficiencia moderna, nos resulta fácil reírnos de él y, sin embargo, si surgiese hoy un rumor de que la eterna juventud puede conseguirse, por ejemplo, en lo hondo de la Fosa de las Marianas, veríamos a innumerables personas por las calles con aletas, gafas de bucear y bañadores a rayas, a la caza de un buen atlas que les dijera dónde está exactamente ese abismo marino y cómo llegar a él. Hoy, como ayer, los hombres irían y, de hecho, van al fin del mundo a buscar la juventud.
Soy un gran defensor de la Liturgia de las Horas. En este blog, he recomendado multitud de veces a los lectores que la recen. Y hoy vuelvo a hacerlo, sabiendo que pocas cosas ayudarán más a la oración personal de cada uno que unirse a la oración que la Iglesia eleva al Padre en todos los lugares de la tierra.
Me gustaron tanto las preces de las laudes de ayer que las traigo hoy al blog, para que puedan leerlas y usarlas los que no acostumbren a rezar la liturgia de las horas. Y también por si a alguien le pasaron desapercibidas al rezar laudes ayer, que a todos nos pasa alguna vez.









