InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

14.07.15

Humildad, protagonismo y liturgia

Hace poco, con ocasión de la memoria litúrgica de una (¡espléndida!) santa carmelita, el sacerdote de la parroquia donde asistí a misa predicó sobre la humildad. Por sus palabras, deduje que básicamente estaba a favor de la misma. Haciendo gala de un sentido lógico admirable, también se mostró en contra de sus vicios opuestos, la soberbia y el orgullo, que calificó con gran acierto como “algunos de los pecados más horribles que existen".

Unos minutos después, sin embargo, el mismo sacerdote se inventó por completo la plegaria eucarística, con la excepción de la consagración y la doxología final. Sustituyó el texto del misal por una nueva tanda de reflexiones propias de tipo buenista-moralista, una especie de segunda homilía claramente dirigida a los fieles que estábamos allí, en lugar de a Dios.

Como sabrán los lectores, el autor de estas líneas no es precisamente un experto en humildad, pero aun así sentí que había algo que chirriaba en esa yuxtaposición. En efecto, aunque se haga con buena intención, difícilmente podría encontrarse una actitud menos humilde que la de sustituir la liturgia de la Iglesia por las propias elucubraciones. Por tres razones.

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3.05.15

No «es Palabra de Dios»

No se dice "es Palabra de Dios"

Cuando se habla de la importancia de obedecer las normas litúrgicas, a veces parece que se trata simplemente de cumplir una norma por cumplirla, como si fuese algo arbitrario que la Iglesia ha decidido porque sí, al estilo de utilizar metros en lugar de pies o kilos en vez de arrobas. Es necesario resaltar, sin embargo, que al desobedecer las normas litúrgicas prácticamente siempre el cambio es a peor. Es decir, casi invariablemente el “invento” del francotirador litúrgico es más ramplón, más superficial, más mundano, menos tradicional y, por supuesto, menos bello que el original.

Vamos a ver un ejemplo muy sencillo. Al final de la primera y la segunda lecturas, el lector debe decir: “Palabra de Dios”. En cambio, una gran cantidad de los que leen en las misas dicen cosas como “Es Palabra de Dios” o “Esto es Palabra de Dios” o, como he escuchado esta misma mañana, “Hermanos, esto es Palabra de Dios”.

Ciertamente, el cambio es pequeño y a menudo inconsciente. En el primero de los casos, la diferencia es de solo dos letras. Bastan, sin embargo, esas dos letras para cambiar completamente el sentido del rito.

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5.04.15

Noche de milagros y de gloria

Valga este tercer soneto como felicitación de esta Pascua de Resurrección para todos los lectores.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

El mundo ha cambiado para siempre, ya nada es igual. El Señor ha vencido y nosotros hemos vencido en Él. Como signo de esa victoria de su Esposo, la Iglesia se viste de luz resucitada en la Vigilia Pascual, como una novia que se adorna con sus joyas, adornada con oro de Ofir, rebosante de alegría y de belleza. ¡Y nosotros, aunque parezca mentira, estamos invitados a la boda!

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3.04.15

Una gota de esa Sangre

Aconsejaba Pascal pensar que, en la Pasión, una gota de toda la sangre que Cristo derramó fue derramada por mí, para mi bien, para mi salvación, para el perdón de mis pecados concretos, que contribuyeron a causar esa Pasión. Cristo no sufrió en general, ni por una causa abstracta. Ese día, Cristo pensaba en mí.

Aquí tienen un sonetillo de Viernes Santo para meditar sobre este gran Misterio.

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2.04.15

El beso de Judas

Retomo la costumbre de los versos en Semana Santa, pensando que a nadie le viene mal un pequeño sacrificio antes de que llegue la Pascua de resurrección.

Así pues, ofrezco a la caritativa paciencia de los lectores un sonetillo sobre aquel beso terrible, que quizá dolió más a Nuestro Señor que todo lo demás que sucedió en su Pasión.

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