InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Pensamiento

14.09.09

Meditaciones arquitectónicas

He leído un artículo norteamericano sobre arquitectura religiosa que me ha parecido tan interesante que he traducido los primeros párrafos para el blog (y sí, en este caso y sin que sirva de precedente, cuando digo “interesante” quiero decir que expresa a grandes rasgos lo que yo pienso sobre el tema). Si Dios quiere y tengo tiempo, otro día traduciré el resto del texto.

Se trata del artículo titulado “Novedad contra belleza”, escrito por un arquitecto con el improbable nombre de Erik Bootsma. Me ha gustado leer, por cierto, que actualmente está trabajando en los planos para un monasterio católico de rito oriental que se construirá en Pennsylvania.

Creo que el tema de la fealdad y el secularismo de una gran parte del arte y la arquitectura católicos de las últimas décadas es importantísimo para nosotros. Y es triste que no se discuta más. No se trata de una cuestión meramente artística, sino que, como todas las cuestiones humanas en su raíz, es un problema filosófico y, especialmente, teológico.

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4.09.09

Para reírnos un rato

Hoy me apetece un poco de diversión, así que voy a hablar de algo entretenido. X. Pikaza ha recogido en su blog las 95 tesis que Matthew Fox clavó hace cuatro años en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Aparentemente, imitando así a Lutero, quería volver “a nuestros orígenes, un retorno al espíritu y a las enseñanzas de Jesús y sus ancestros proféticos”. Según ha explicado posteriormente, lo que pide es la realización de una “nueva reforma” en el cristianismo.

Para quienes no le conozcan, explicaré que Matthew Fox es un ex-dominico (lo siento, Luis) que consiguió agotar la inmensa paciencia de la Iglesia a base de herejías (pocas) y tonterías (muchas) y terminó por ser expulsado de su cátedra primero y de la Orden de Predicadores después. En su búsqueda de algún grupo que acepte cualquier cosa, Fox terminó por hacerse episcopaliano.

Sólo traigo esto aquí para reírnos un rato. Como dice Castellani, hay cosas que, si te las tomas en serio, ya les estás dando una dignidad que no merecen. Como son muy largas, sólo les pongo unas cuantas de las 95 tesis. Mis comentarios van en rojo, aunque en realidad muchas de las frases se comentan solas.

No acepto ninguna responsabilidad si alguien se rompe la crisma contra la pantalla del ordenador de tanto reírse. La responsabilidad es toda del Sr. Fox.

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28.08.09

El año más importante de la Historia

La revista The Economist está haciendo una encuesta entre sus lectores, cuyos resultados hasta la fecha me han resultado muy interesantes. En la encuesta, se plantea a los lectores una pregunta bastante ambiciosa: cuál creen que ha sido el año más importante de la Historia.

Es cierto que la pregunta es tan imprecisa que, en realidad, tiene muy poco sentido. Sin embargo, creo que las respuestas más populares de los lectores son muy significativas, porque constituyen un indicio de las cosas a las que los lectores de la revista, que son muchísimos, dan importancia. Se nos abre una ventana, ciertamente borrosa y no muy amplia, para escudriñar las jerarquías de valores que tiene la gente. Según los acontecimientos históricos que consideran más importantes, podemos deducir los valores y ámbitos que consideran más significativos y valiosos para la vida humana, al menos en teoría.

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14.08.09

Creo por la oficina de correos

Al ser traductor, tengo que ir frecuentemente a la oficina de correos de mi barrio, para enviar traducciones juradas a mis clientes. No hace mucho, fui a enviar una de estas traducciones y, como suele suceder, la oficina estaba abarrotada. Hacía calor y, como había pocos funcionarios y no se daban mucha prisa, los ánimos se habían caldeado bastante.

El calor favorecía que la tensión fuese aumentando cada vez más y el propio ambiente de tensión, en un círculo vicioso, ponía nerviosa a la gente, lo cual, a su vez, hacía que aumentara la tensión del ambiente. La gente se quejaba, unos en voz baja y otros de forma más que audible. Algunos discutían entre sí, por el puesto en la cola, por el uso de un bolígrafo o simplemente porque sí.

Como la impaciencia es de las enfermedades más contagiosas que existen, rápidamente me impacienté y empecé a quejarme yo también por lo bajo, refunfuñando por todo. Analicé la lentitud de cada funcionario en particular, las razones por las que deberían despedirle y las mil y una formas en que la oficina podría organizarse de forma más eficiente. Yo, que nunca miro la hora y ni siquiera llevo reloj, sentí la necesidad de saber qué hora era cada dos minutos.

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10.08.09

Revolución en la cafetería

Quaestio quodlibetalis XX. El otro día, un lector se proclamaba orgullosamente “católico de cafetería”. Con ello quería decir, aparentemente, que hay diversas cosas de las que enseña la Iglesia que no acepta, pero, aún así, se sigue considerando católico. Lo cierto es que este tipo de postura me llama mucho la atención, así que propongo un experimento interesante: aplicar la lógica a esta postura. Advierto que es un experimento peligroso, porque muchas cosas pueden salir volando por los aires, como siempre que se utiliza la capacidad de razonar que Dios nos ha dado.

Como decíamos, el católico de cafetería es aquel que elige lo que quiere dentro de la Iglesia, considerada como un menú de ideas, creencias y principios morales: me parece bien que Cristo sea Dios o que robar sea malo y acepto estas doctrinas, no me gusta el matrimonio indisoluble o la virginidad de la Madre de Cristo y los rechazo. A primera vista, esto es bastante lógico. Es lo que hacemos con todo en la vida, con las opiniones del vecino, lo que viene en el periódico o lo que oímos por la radio: nos quedamos con lo que nos parece correcto y rechazamos lo demás.

Hay, sin embargo, una conclusión lógica inevitable de esta actitud. Si yo puedo escoger unas cosas y rechazar otras de las que enseña la Iglesia, es falso que la Iglesia pueda enseñar de forma infalible la verdad de Dios. No cabe duda, en ese caso, de que la pretensión de enseñar en nombre de Dios que se arroga la Iglesia es una equivocación o, peor, una mentira maliciosa. Porque, si la Iglesia tuviese autoridad para enseñar en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, sus enseñanzas serían verdaderas y lo lógico sería aceptarlas en bloque.

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