InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Pensamiento

11.05.10

Ojalá César Vidal fuese más protestante

Me pide un lector que comente un texto de César Vidal y, Dios mediante, eso pienso hacer… en otro artículo. Antes de saltar a la refriega y a la discusión de argumentos y temas más concretos, quiero escribir algunas consideraciones sobre este periodista y escritor, que es, probablemente, el protestante español más conocido en España en la actualidad. Curiosamente, además, se da el hecho de que su popularidad ha crecido, en buena parte, en un medio perteneciente a la Conferencia Episcopal española, aunque indudablemente sean sus propios méritos la causa principal de dicha popularidad. En fin, todo esto hace que sea un personaje fascinante.

Es, sin duda alguna, un gran locutor de radio, con una habilidad especial para despertar el interés de sus oyentes sobre los temas que trata y para transmitir su mensaje con una claridad digna de envidia. En sus charlas se muestra como un verdadero comunicador, según el precioso significado etimológico de alguien que comparte las cosas valiosas que ha encontrado en su experiencia, reflexiones, estudios e investigaciones. Escritor infatigable, sus libros de divulgación histórica son amenos y sencillos. Además, mostrando una refrescante independencia de criterio, escribe a menudo sobre temas que muy poca gente quiere tocar, sin temor a defender un punto de vista diferente al de la historiografía oficial.

Como no se trata de escribir una hagiografía (en el mal sentido de la palabra), supongo que los lectores se estarán preguntando, a estas alturas, si hay algo que reprochar a tan augusto personaje. Y, como el que esto escribe es católico y lo hace en un medio de comunicación orgullosamente católico, probablemente piensen que lo que le voy a reprochar a César Vidal es su protestantismo.

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29.04.10

Bono, el karma y la gracia

Bono no es precisamente una autoridad en materia teológica (me refiero al cantante de U2, no al político español, aunque la frase serviría igualmente para ambos). Como hijo de una madre protestante y un padre católico y estudiante de un colegio “ecuménico", no es extraño que este irlandés tenga las ideas bastante confusas en ese aspecto. He leído, sin embargo, unas declaraciones suyas que me han gustado bastante, porque muestran que ha comprendido dos aspectos fundamentales del cristianismo que mucha gente no tiene claros.

Se trata de parte de una larga entrevista que fue publicada hace tiempo en forma de libro. El lenguaje es coloquial pero trata un asunto fundamental. Especialmente ahora que mucha gente usa palabras como “karma” (en la televisión se escucha constantemente) sin saber realmente lo que significan, más por la sensación de ser modernos y sofisticados que por otra cosa, creo yo. Y, lo que es peor, ahora que mucha gente considera que palabras como la “gracia” son algo anticuado, pasado de moda y sin ningún valor.

Como ya he dicho, Bono no es un teólogo. De hecho, en los párrafos que recojo aquí mete un par de veces la pata y, en los anteriores, se quejaba de la moral de la Iglesia con respecto a los anticonceptivos (aunque también hablaba con mucho cariño y respeto del papa Juan Pablo II y de la Iglesia Católica). Sin embargo, en estas líneas, es capaz de ir al centro de dos cuestiones que están constantemente flotando en las ideas que la gente de hoy en día tiene de la religión y del cristianismo. Y, por ello, quizá el mismo lenguaje coloquial que utiliza resulta especialmente potente.

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20.03.10

La batalla del lenguaje

Todos sabemos que las palabras no son lo más importante. Desde pequeños nos enseñan que obras son amores y no buenas razones. No es esa, sin embargo, toda la historia. El Génesis relata que la creación comenzó con unas palabras: “Y Dijo Dios, que sea la luz. Y la luz fue.Las palabras tienen una fuerza creadora que resulta temerario olvidar. Las cosas que decimos modifican nuestro ser. Más aún, la forma en que decimos las cosas va cambiando nuestra forma de ser y de pensar. A fin de cuentas, pensamos con palabras, así que es muy probable que, si cambiamos esas palabras, cambiemos también, en mayor o menor medida, lo que pensamos.

Voy a dar un ejemplo que me parece muy claro. Me he dado cuenta de que los jóvenes cristianos en España tienden a hablar igual que los que no son cristianos en lo referente al noviazgo. De hecho, les da vergüenza usar palabras como “novios” o “noviazgo”. Generalmente, sustituyen esas palabras malditas, que no se atreven a pronunciar, por “salir juntos”, “estar saliendo” o por “tener una relación” o una “relación de pareja”. Peor aún, a menudo se limitan a hablar de “lo nuestro”. Del mismo modo, no dicen “mi novio", sino “mi pareja” o incluso “esta persona”.

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9.03.10

Sentarse en el vacío

Hace un par de semanas, viajé, por trabajo, a Alemania. Pasé un par de días en Munich y, entre interpretación e interpretación, pude dar una vuelta por la preciosa ciudad bávara. Creo que es muy sano, de vez en cuando, disfrutar tranquilamente de la belleza que mueve el corazón a bendecir a Dios.

Baviera es una zona católica de Alemania y su catolicismo está presente en todas partes: Iglesias, cruces, estatuas, preciosas imágenes policromadas de la Virgen en las fachadas… hasta me atrevería a decir que la fe católica está presente en la luz más brillante que en otras ciudades de Alemania, en su cielo más azul y en su aire mediterráneo a cientos de kilómetros de este mar.

Una cosa que me llamó la atención mientras paseaba fue uno de esos signos del cristianismo presente en un edificio público, en el Palacio de Justicia, una construcción neobarroca de finales del S. XIX. En la fachada principal, a bastante altura sobre la puerta de entrada, entre alegorías, balanzas, dioses griegos y justicias personificadas, hay un relieve que representa las Tablas de la Ley. Es decir, los diez mandamientos.

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1.03.10

España se muere

Hace unos días, se aprobó definitivamente en el Senado la nueva ley del aborto, que no hace sino empeorar aún más, si cabe, la repugnante ley anterior sobre esa misma materia. Después de haber hablado tanto contra la barbarie del aborto, casi no me quedan ya indignación ni epítetos para calificar este despropósito.

Siento ahora una gran tristeza. Veo que España se muere, que ha perdido hace tiempo su razón de ser. No es extraño que surjan por todas partes nacionalismos disgregadores, que en una ley tras otra se desproteja a los inocentes, que el mismo seno sagrado de las madres se haya convertido en un lugar de muerte y destrucción, que el Estado y la sociedad desprecien el matrimonio y la castidad, que se enseñe a los escolares que deben avergonzarse de nuestras raíces, que los animales tengan más derechos que los niños, que la venerable vejez se considere una carga para la sociedad, que a todo el mundo le parezca normal que los políticos mientan, que los Jefes de Estado hayan olvidado por completo que su cargo equivale a ser defensores de la Justicia y de los débiles…

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