Un ciego guiando a otro ciego
Leyendo el título y si les digo que este artículo trata sobre los profesores de religión (o, al menos, sobre algunos de ellos), supongo que sacarán una conclusión bastante precisa de lo que pienso sobre el tema. Para explicar mis razones, les contaré una experiencia cercana a mí, que pienso que es muy significativa.
Mi mujer es maestra de educación especial y psicopedagoga. Al hacer la carrera, le ofrecieron la oportunidad de cursar una asignatura que le permitiría recibir la DEI (la Declaración Eclesiástica de Idoneidad, el certificado necesario para dar clase de Religión). Esa asignatura consistía en unas pocas clases sobre la doctrina cristiana.

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Ya he dicho en alguna ocasión que, en mi opinión y al menos en el caso de mi blog, los comentarios de los lectores son a veces más interesantes, profundos o ingeniosos que los artículos que comentan.
Hace unos días, vi que varios comentaristas del criticaban mucho la Misión Joven, que ha tenido lugar este año en Madrid por iniciativa del Cardenal Rouco. Incluso daba la impresión de que, por alguna razón, deseaban su fracaso. Se me ha ocurrido pedir a un primo mío que dé su testimonio personal de lo que hicieron en su parroquia, para que los lectores puedan juzgar por sí mismos.
Navegando por la red, he descubierto con sorpresa que uno de los artículos que he publicado en este blog, “” había sido recogido por una página web.









