Aprovechemos mientras todavía no está prohibido

“Soy cristiano católico, y no de aquellos que andan mendigando la fe verdadera entre opiniones”.
Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda
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Algún día, me temo, se prohibirá leer a Cervantes, Calderón, Lope, Garcilaso, Manrique, por supuesto a San Juan de la Cruz o Santa Teresa y a tantísimos otros grandes escritores de la historia de España, porque leerlos es recibir una catequesis de auténtica fe católica. Incluso el pobre Lorca, Galdós, Antonio Machado, Unamuno, Clarín y otros escritores más o menos anticlericales o agnósticos, estaban impregnados de catolicismo y su crítica a la Iglesia o a la fe era (de algún modo y en ocasiones profundamente) católica.



Observo que hay muchos sorprendidos con los recientes resultados de las elecciones en España y encuentran difícil creer que los españoles hayan votado a un equipo de gobierno que parece caracterizado por una extraordinaria incompetencia y una no menos extraordinaria dosis de rencor como motor principal de sus acciones. Y, además, no han votado así engañados por el hecho de que esas dos peculiares características todavía estuvieran en potencia, sino después de contemplarlas en acto durante varios meses del anterior gobierno.









