Un tanto para la diplomacia vaticana
Una buena noticia: acaba de terminar la construcción en el Emirato de Qatar, en Oriente Medio, de la primera iglesia católica desde el s. VII. Hasta ahora, estaba totalmente prohibida la construcción de iglesias en este pequeño país de mayoría musulmana.
Esta construcción está directamente vinculada al establecimiento de relaciones diplomáticas entre Qatar y la Santa Sede en el 2003. Como consecuencia, el propio Emir cedió un terreno para la creación de la nueva iglesia, dedicada a nuestra Señora del Rosario. La nueva iglesia para los católicos qataríes ha abierto también la puerta a la construcción de otros templos cristianos no católicos, que se construirán en las cercanías.

Como todo el mundo sabe, por razones de audiencia, es habitual que los medios resalten con titulares las noticias escandalosas relacionadas con la Iglesia y, en cambio, releguen al olvido la solución que se ofrece a las mismas, que generalmente se produce al modo pausado y tranquilo propio de la Iglesia.
Como traductor, paso mucho tiempo buscando la palabra exacta (le mot juste, como dicen los franceses) para una frase o para definir un concepto. Precisamente por ello, me alegro cuando encuentro, en un artículo o en un libro, un término que expresa con precisión algo difícil de definir.
Movido por la natural curiosidad, al enterarme de que el español Adolfo Nicolás ha sido elegido nuevo General de la Compañía de Jesús, navegué un poco por la red, buscando información sobre él y, la verdad, deseando encontrar que es un hombre de Dios y lo que necesite la Compañía para el momento actual. Siempre he tenido un gran cariño a San Ignacio aunque no he conocido a casi ningún jesuita.
Varias bitácoras de Religión Digital han analizado y criticado ya la entrevista a Julio Lois realizada por J. M. Vidal. Por mi parte, en vez de intentar tratar la entrevista como un todo, me voy a limitar a las reflexiones que me ha sugerido un pequeño detalle que, en mi opinión, es muy significativo.



