Pocas ideas, pero muy confusas

He leído en Religión en Libertad unas declaraciones de Enrique de Castro, sacerdote de la antigua Parroquia de San Carlos Borromeo, actualmente centro pastoral. Si hay algo que me agrada de este sacerdote es que, a diferencia de otros, no busca el equívoco del que sugiere pero no llega a afirmar, sino que dice con claridad lo que piensa.

Según parece, ha afirmado cosas como:

“Diría que el sacerdocio no es intermediación entre Dios y el hombre. El sacerdocio se lo cargó Jesús como se cargó el templo. El templo vivo de Dios es el ser humano. El cura no es un sacerdote, es el que hace una función de vinculación en una comunidad.”

Es sorprendente lo confusas que se pueden llegar a tener las ideas, especialmente tratándose de un sacerdote. Cualquiera que haya leído, por ejemplo, la Carta a los Hebreos, sabrá que Jesucristo no destruyó el sacerdocio, sino que, al contrario, lo renovó y le dio un valor eterno. Cambió el sacerdocio hebreo, hereditario, por un único sacerdocio, el del Hijo de Dios, Sumo y eterno sacerdote según el rito de Melquisedec.

Cristo, santo, inocente y sin mancha, vive para siempre, intercediendo por nosotros eternamente ante el Padre en el santuario celeste, mostrándole sus llagas gloriosas que han traído la salvación a todos los hombres.

Él es el mediador entre Dios y los hombres, el sacerdote de la Nueva Alianza que aprendió sufriendo a obedecer. Aquel cuya sangre habla mejor que la de Abel, proclamado por Dios Sumo Sacerdote con un sacerdocio perpetuo y que nos regaló el templo de su cuerpo.

Los sacerdotes católicos ordenados lo son por participación de ese único sacerdocio de Jesucristo. Hacen presente entre nosotros al mismo Cristo Sacerdote. Ésa es la grandeza y a la vez la humildad del sacerdocio cristiano. Conviene que yo disminuya, para que él crezca. Actúan en su nombre; más aún, actúan in persona Christi, en la propia persona de Cristo al celebrar la Eucaristía, de modo que puedan decir en verdad: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo.

No perdonan los pecados por su virtud, su santidad o su sabiduría, sino en nombre de Cristo, que fue el único que pudo decir verdaderamente: Tus pecados están perdonados. Vete y no peques más. Nunca se habría atrevido la Iglesia a repetir estas palabras, de no ser porque el mismo Cristo dijo a sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados.

La gracia especial que reciben obispos y sacerdotes mediante el Sacramento del Orden hace que estén unidos de una forma especial a Cristo cabeza, para la misión de pastorear a su pueblo, como él mismo encomendó a Pedro: Apacienta mis corderos. No presiden y gobiernan la comunidad cristiana por ser más listos, más sabios, más santos o mejores que los demás, sino porque ésa es la misión que recibieron de parte del mismo Dios en su ordenación, misión que les transformó para toda la eternidad.

Curiosamente, este sacerdote de Entrevías renuncia a todas estas cosas, que son las que hacen que el sacerdocio sea algo valioso para el pueblo de Dios, y las sustituye por algo que ni el más vanidoso de los herejes de antaño se habría atrevido a arrogarse: ser la “vinculación de la comunidad”. Me temo que esa tarea está muy por encima de las fuerzas humanas. Un ser humano sólo puede ser, por sí mismo (y siempre que sea simpático, tenga don de palabra y transmita entusiasmo), el vínculo de unión de un grupo de amiguetes, de una asociación de aficionados a la numismática o de un partido político, pero nunca de una comunidad cristiana.

La unidad de la Iglesia es cosa del Espíritu Santo, por eso forma parte del credo. Si intentamos basar esa unidad en el consenso, en la democracia o en “llevarnos bien”, antes o después terminaremos todos peleados y cada uno por nuestro lado, como en Babel. Si creemos que el vínculo de unidad de nuestra parroquia proviene de tener un sacerdote moderno, majete y con vaqueros (o con cara de piadoso y con sotana, me da igual), hemos convertido a ese sacerdote en un ídolo: en lugar de hacer presente a Cristo, se ha convertido en un obstáculo para la acción del Espíritu Santo. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre.

No creo que sea necesario comentar otras frases de este sacerdote como “La fe no es creencia, es el valor de nuestra vida. El Dios de Jesús apuesta por el ser humano, ya no hay que rendir culto a Dios, sino al ser humano”. Quien dice estas cosas se descalifica a sí mismo como cristiano. Jesucristo no ha “apostado por el ser humano”, porque, de haberlo hecho, habría perdido su apuesta al terminar en la Cruz. Él vino a salvarnos, precisamente porque no merecíamos que nadie apostase por nosotros y quiso regalarnos gratuitamente lo que no podíamos conseguir por nuestras fuerzas. Por eso, la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Quizá lo peor de todo esto no es que se digan estas tonterías totalmente ajenas a lo que enseña la Iglesia, sino que se digan de esta forma tan dogmática, con absoluta seguridad y despreciando a la “Iglesia vaticanista”, sin ser consciente de la gran pobreza intelectual y doctrinal que revelan.

Quizá un lector podría hacer de abogado del diablo y decirme: “También tú afirmas lo contrario de lo que dice este sacerdote con gran seguridad de estar en lo cierto. ¿Dónde está la diferencia?”. La diferencia, estimado lector desconfiado, está en que yo no he dado mi pobre opinión sobre esos temas, sino que me he limitado a recordar lo que enseña la Iglesia, que es columna y fundamento de la verdad.

Gracias a Dios, no se trata de elegir entre Enrique de Castro y Bruno Moreno. Se trata de elegir entre lo que dice Enrique de Castro y la postura contraria, defendida por una pléyade de Padres de la Iglesia, santos, concilios, Papas, mártires, confesores y todos los doctores de la Iglesia, con la Carta a los Hebreos, los Evangelios y toda la Escritura como luz y con la Tradición de la Iglesia como fundamento.

Cada uno que elija lo que quiera, yo ya hice mi elección hace mucho tiempo y nunca me he arrepentido de ello.

18 comentarios

  
Unitas
Parece que este sacerdote perdió hace años ya la fe, y sólo cree en el hombre, a quien piensa que dedica su vida. Lo malo es que no creyendo en Dios, tampoco sabe qué es el hombre, y acaba idolatrándose a sí mismo y procurando la gloria efímera de este mundo -que hablen de mí, aunque sea mal-. Pidamos y procuremos que el cardenal Rouco tome las medidas convenientes y justas.
18/05/08 10:31 PM
  
Ana
Voy a rezar por este sacerdote que gracias a Dios es una excepción, en Madrid hay muchos sacerdotes que creen en el sacerdocio y en el hombre, por supuesto en Dios y que todos los días abren su Iglesia se ocupan de sus feligreses sin hacer ruido porque el bien es silenciosa. De todas maneras algo habrá que hacer para que no pasen estas cosas y evitar hacerles la propaganda. Un sacerdote jóven me ha dicho que es resultado de una tendencia que había hace muchos años, la decada de los sesenta.
18/05/08 11:02 PM
  
ayante
Espero que el cardenal Rouco intervenga de alguna manera en el caso de este señor.
19/05/08 9:13 AM
  
CCR
Ni es centrado ni es pastoral eso de crear "centros pastorales" para alimentar a estos señores con el dinero duramente ganado por los fieles. Una opinión personal.
19/05/08 12:51 PM
  
Luis López
Pero cómo puede decir un cristiano -no digo ya un sacerdote- , que no se debe dar culto a Dios y sí al hombre. ¿No fue Jesús quien dijo "Adorarás al señor tu Dios, y sólo a él servirás" (Lc. 4,7)? ¿Qué clase de cristiano es ese?
19/05/08 12:52 PM
  
Juanma
El problema de estas personas es que no creen en Dios ni el la verdad revelada por El, sino en sí mismos y sus ideas. Y el problema (antiquísimo) de la Iglesia es el mal que hacen estas personas con sus errores a tantas almas.
19/05/08 1:08 PM
  
MER
Me ha gustado mucho la explicación que has dado sobre el sacerdocio. Como mi formación religiosa es un poco deficiente ¿pdrías explicar por qué todos los cristianos formamos el pueblo sacerdotal? ¿Porque somos Hijos de Dios?
19/05/08 4:37 PM
  
VK
Yo no creo que merezca la pena hablar mucho de este pobre hombre. Dice demasiadas tonterías para ser un sacerdote. Algo le debe pasar. Toca rezar
19/05/08 5:18 PM
  
Bruno
MER:

El tema del pueblo sacerdotal (que, en Teología, se suele llamar el sacerdocio común de los fieles) es interesantísimo. En cuanto tenga tiempo, escribiré un artículo sobre ello.

Siento no contestar directamente aquí en los comentarios, pero es que sería demasiado largo para un comentario.

Un saludo.
19/05/08 7:51 PM
  
Bruno
Ana y VK:

Me uno a vuestra propuesta de rezar por este sacerdote.

Creo que nunca hay que olvidar que por muy equivocado o perdido que pueda estar un sacerdote, es también hermano nuestro y tuvo un día la generosidad de entregar su vida para el servicio de Dios y de todos nosotros, así que lo mínimo que podemos hacer es rezar por él.
19/05/08 7:57 PM
  
Bruno
Luis López:

Por eso no me he molestado en discutir esa afirmación, porque quien dice algo así muestra ya que no piensa como un cristiano.

Juanma:

Creo que, como dices, el problema de fondo es un problema de fe, de aceptar o no que Dios se ha revelado al hombre haciéndose carne en Jesucristo.

Por cierto, muy interesantes los artículos de tu página web, aunque yo echo de menos un apartado explicando cuál es la finalidad de la página o quién la ha creado.

Un saludo.
19/05/08 8:07 PM
  
Bruno
Carlos y acólito:

Si os digo la verdad, no entendí porqué Monseñor Rouco actuó como lo hizo en este caso. Me hace pensar que debe haber cosas que no conozcamos en este asunto, porque, de otro modo, parece que no tiene sentido.
19/05/08 8:08 PM
  
cabellmon
La verdad es que me ha dejado frita con su declaración. Estoy segura que hace mucho bien a la gente, pero a qué les convierte, a cuál fe. La de Enrique Castro, supongo.

Creo que es un lider político, de eso si le veo madera. Pero tiene tan poco amor a la Iglesia que no sé porque no pide la secularización.
19/05/08 9:03 PM
  
MER
gracias Bruno, esperaré al artículo
20/05/08 1:03 PM
  
Alfonso
Deduzco que nuestro (mal que me pese) Ilmo/Excmo/...Sr. Presidente del Congreso de los Diputados, Don José Bono, que se autoproclama católico, está de acuerdo con este indigno sacerdote, pues en su momento lo apoyo públicamente, con fotos en prensa y declararciones, al lado de Zerolo y otros ejemplares socialistas. A Llamazares no quiero referirme.
¡ Vaya ejemplos de lo que no debe ser un sacerdote de Cristo ni un católico !

Pido a mi amado Obispo Cardenal Rouco que retire inmediatamente las licencias a este sacerdote y clausure esa parroquia.

Rezo por esta intención y por este pobre sacerdote.
20/05/08 6:25 PM
  
Discrepante
La verdad es que en este blog (como sucede con muchos medios de otro tipo, de muchos signos) es difícil encontrar una voz discrepante de la doctrina oficial. Y el debate entre voces discrepantes es, de veras, saludable, porque nadie está en posesión de la verdad absoluta.
Yo discrepo de la altanería y suficiencia (y falta de respeto por un buen hombre como Enrique de Castro) que destila el post. Por cierto, Pablo (suponiendo que ignoramos lo que los expertos han demostrado, que Hebreos no es de Pablo) nunca conoció a Jesús, y en general nunca hace mención a lo que Jesús hizo o dijo, se limita a predicar su propias teología y cristología. Lo que Jesús dijo acerca de Templos y Sacerdotes (y muchas otras cosas, como "a nadie llaméis padre ") está claro en los Evangelios, para cualquiera que sepa leer y los tenga a mano. Pero admito las discrepancias que seguramente expresará algún internauta educadamente. Un saludo.
23/05/08 4:28 PM
  
Bruno
Discrepante:

Todas las voces son bienvenidas aquí, incluidas las "discrepantes de la doctrina oficial", porque este blog está dedicado precisamente a la discusión de temas relacionados con la religión.

Es difícil discutir con alguien sin saber cuáles son sus presupuestos. El artículo está escrito desde presupuestos católicos. Esto supone que la Carta a los Hebreos es Palabra de Dios y, por lo tanto, su teología es normativa para los católicos y no puede contradecir en nada lo que dijo o hizo el Hijo de Dios.

Enrique de Castro, según su declaración, o bien no conoce la Carta a los Hebreos, lo cual sería imperdonable para un sacerdote que se atreve a hacer declaraciones públicas, o bien no cree que sea Palabra de Dios, lo cual implica que tiene las ideas muy confusas para alguien que se considera católico.

Por lo tanto, creo que está justificado afirmar que sus ideas sobre este tema son pocas o muy confusas (o ambas cosas). Por supuesto, si no fuera sacerdote católico, se podrían discutir estos temas con otros presupuestos de buena fe.

Un saludo.
23/05/08 8:18 PM
Tu razonamiento, Bruno, lo encuentro perfecto pero, la Iglesia ya deberia haber quitado del mapa a este sacerdote y a otros sacerdotes rebeldes que siembran confusion. Esta omisión de la misma Iglesia esta llegando a límites inaguantables. El mayor escándalo no es que existan estos rebeldes sinó que la misma Iglesia los permita y que les pague el sueldo para despotricar contra élla. Dicen que la Iglesia teme quedarse sin sacerdotes, pero quien se los envia és Dios mismo. La Iglesia demuestra que no cree en Quien los envia, y más bien cree que es élla quien los produce (los sacerdotes), y esto ya es mirarse el ombligo.
28/05/08 10:42 AM

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