InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Iglesia en el mundo

16.09.10

¿De quién es el honor?

Me ha hecho gracia leer que un grupo de ateos del Reino Unido ha firmado una carta pública diciendo que el Papa Benedicto XVI no se merece el honor de ser invitado al Reino Unido. En ella, recogen las típicas acusaciones contra la Iglesia, con la curiosa idea de que, si repiten mucho las cosas, terminarán por ser (o parecer) ciertas.

No puedo evitar preguntarme algo que los firmantes de la carta parecen dar por sentado. ¿Qué tiene el Reino Unido, para que sea tan gran honor ser invitado al mismo? A este efecto, he traducido unos párrafos de un conocido bloguero anglicano, con el seudónimo de Archbishop Cranmer, sobre la situación actual del Reino Unido:

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3.09.10

¿Tenemos que ser el perejil de todas las salsas?

Leo en Internet que la Conferencia Episcopal de Paraguay ha publicado una nota sobre los peligros para la salud por el uso del tabaco y las carencias de un proyecto de ley sobre este tema que el Senado paraguayo ha enviado al Congreso del mismo país. El punto central de la nota es que: “De acuerdo con las explicaciones y recomendaciones del Ministerio de Salud Pública, la Conferencia Episcopal Paraguaya, CEP, por un deber pastoral, exhorta a los legisladores, en especial a los miembros de la Cámara de Diputados, a velar por la salud de la población respetando irrestrictamente el contenido y el espíritu del “Convenio Marco de la OMS para el control del Tabaco” y las directrices emanadas de la misma institución para su aplicación, porque sólo así se estaría cumpliendo con el mandato constitucional de “proteger y promover la salud"… sobre todo de los niños y jóvenes”.

Al margen de la valoración de este caso concreto (que me interesa muy poco, como es lógico), la noticia me ha hecho plantearme la siguiente cuestión: ¿Pinta algo la Iglesia opinando sobre todos los temas imaginables, muchos de los cuales no tienen más que una lejanísima relación con su misión (en el mejor de los casos)? ¿Es adecuado que opinen los obispos y las conferencias episcopales sobre temas meramente sanitarios, políticos, técnicos, jurídicos, etc. que son completamente opinables para un católico? ¿Es parte de la misión episcopal el defender el convenio marco de la Organización Mundial de la Salud para el control del Tabaco? ¿Tienen que meterse a decidir si la nueva ley paraguaya se ajusta mejor o peor a ese convenio marco que la anterior? O, por decirlo más castizamente, ¿tenemos que ser el perejil de todas las salsas?

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28.08.10

Campos de la batalla moral

Un amable lector me ha enviado una conferencia de Eduardo J. Olazabal, pronunciada en el Congreso de Filosofía del Derecho celebrado el año pasado en San Juan, Argentina. La conferencia trata sobre la imposibilidad de que el Estado sea neutral en temas morales.

¿Por qué es importante este tema? Para entender el sofisma que hay detras de una acusación que se hace a menudo contra los cristianos: que tratamos de imponer nuestra moral. En realidad, todo el mundo defiende e intenta imponer su propia concepción moral. Y todo Estado impone una moral determinada. No existe ni puede existir una sociedad en la que no se impongan valores morales, porque la vida en sociedad está cimentada sobre una serie de principios morales fundamentales. Por ejemplo, en lo referente al matrimonio homosexual, se dice que los cristianos intentamos imponer nuestra concepción del matrimonio, a saber, que matrimonio es necesariamente la unión entre un hombre y una mujer, como algo inscrito en la propia naturaleza humana. En cambio, los partidarios del matrimonio homosexual se presentan como los tolerantes que no imponen nada a nadie. En realidad, con pensar un poco se ve que están intentando imponer su propia idea del matrimonio: que el matrimonio no es algo determinado por el propio ser del hombre, sino algo que inventamos y modificamos a voluntad. Se puede discutir qué concepción moral del matrimonio es mejor, pero lo que resulta indudable es que se trata de dos concepciones morales diferentes, contradictorias entre sí y cuyos partidarios hacen lo posible por imponerse socialmente, influyendo en la gente, en los legisladores y partidos, buscando la aprobación de leyes favorables, apelando a unos u otros valores, etc.

Lo que más interesante me ha parecido de la conferencia es la enumeración de una serie de campos en los que es imposible que el Estado sea éticamente neutral. Es decir, una serie de “campos de batalla” éticos en los que se enfrentan diversas concepciones de la moral. En unas épocas puede ganar una moral y en otras épocas otra moral distinta, con periodos de transición entre ambas, pero no existe la neutralidad. Curiosamente, al leerlos se recuerdan inmediatamente casos de discusiones y polémicas recientes en cada uno de ellos. Seguro que los lectores podrán dar ejemplos de luchas recientes para cada ámbito.

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6.08.10

Y luego dicen que no tenemos raíces cristianas

El martes pasado, día tres de agosto, celebramos la memoria de Santa Lidia. No es una santa muy conocida en España, pero debería serlo, porque fue la primicia de la fe en nuestro continente, la primera en convertirse al cristianismo en Europa. Hace la friolera de mil novecientos setenta y pico años. Para que luego vengan los de la Constitución Europea y nos hablen de la Ilustración, que es de antesdeayer.

Era originaria de Tiatira, una ciudad de Asia, pero vivía en Filipos, en Grecia. Era comerciante de púrpura, un tinte sacado de ciertas conchas que se usaba para teñir las ropas más caras, como las de reyes y emperadores romanos. Al escuchar las palabras de un hombre bajito que venía de lejos, llamado Pablo de Tarso, Lidia se encontró con el Rey de Reyes, cuya túnica es roja porque fue teñida con su sangre, mucho más preciosa que la más rica de las púrpuras. Cuenta la Escritura que “el Señor le abrió el corazón” y, así, con el corazón abierto por la gracia de Dios que salió a su encuentro, fue como pudo escuchar la predicación de San Pablo y convertirse. Porque, hoy como entonces, la conversión es una gracia y nadie puede merecerla ni conseguirla por sus propias fuerzas.

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4.08.10

La Misa antigua, en lengua vernácula

La liturgia más utilizada en la actualidad en la Iglesia Latina es, sin duda, la correspondiente al Misal de Pablo VI (o Novus Ordo), en lengua vernácula, es decir, en el idioma propio de cada lugar. Tras ésta, dependiendo del país, se encuentran la misma liturgia pero en latín (especialmente en países anglófonos, curiosamente, y con mucha menos frecuencia en aquellos con lenguas romances) y la liturgia de Juan XXIII (es decir, la forma extraordinaria del rito romano, también conocida como Misa antigua o Misa tridentina). Después, a mucha distancia, persisten algunos otros ritos como el Mozárabe, el Ambrosiano y los de diversas órdenes religiosas, bien en latín o en lenguas vernáculas.

Existe una combinación, sin embargo, que no se utiliza, que yo sepa. Me refiero a la Misa antigua pero en lenguas vernáculas en lugar de en latín. Resulta curioso imaginar si sería una buena idea utilizar la liturgia de la forma extraordinaria del rito en las lenguas propias de cada lugar. Por un lado, se perdería el milenario latín de las oraciones, que es la lengua oficial de la Iglesia y es un vehículo privilegiado de la Tradición de la Iglesia. Además, nada nos asegura que la traducción fuera buena, como tristemente nos dice la experiencia. Por otro, sin embargo, podría ser una buena introducción a la forma extraordinaria para aquellos que no saben latín y también podría contribuir al enriquecimiento mutuo entre forma ordinaria y forma extraordinaria que desea el Papa. De hecho, las normas actuales de la forma extraordinaria permiten ya que las lecturas se proclamen en lenguas vernáculas.

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