InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Iglesia en el mundo

13.02.24

Simón... ¿duermes?

Texto de D. Antonio Izquierdo Sebastianes, presbítero

Quedan pocas semanas para que escuchemos estas palabras de Jesús al primer Papa (cf. Mc 14, 37), cuando en todas nuestras iglesias resuene la lectura de la Pasión el próximo domingo de ramos. El que había sido elegido para confirmar en la fe —y por eso denominado como “Roca” (Pedro)—, se quedó frito en Getsemaní, justo en el momento en que Satanás había solicitado cribar a los discípulos como trigo (cf. Lc 22, 31-34). Muy probablemente soñaba con que las palabras de Jesús fueran pedagógicamente metafóricas, y le gustaba pensar que el infierno estuviera vacío o que nadie pudiera acabar traicionando y negando al Maestro.

El Papa dormía, y con él Santiago y Juan, y probablemente también, a una cierta distancia, aquellos otros apóstoles a cuyos sucesores llamamos obispos. Todo, porque —según Jesús les había advertido— para seguir a Quien va a la cruz no bastan la buena intención, la pacífica sinodalidad, ni el haber pasado años escuchando las palabras del Señor o contemplando sus milagros. Cuando Dios ha dado permiso a Satanás para cribar a la Iglesia y a sus pastores con la noche más oscura de la fe, es imprescindible velar y orar para no caer, porque “el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mc 14, 38) y no aguanta.

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7.02.24

Veinte años de la archidiócesis de Bostón

Hay cosas que ya no me sorprenden y no se me ocurre nada más triste. He leído un interesante artículo del Boston Globe en el que se hace balance de las últimas dos décadas, durante las cuales el cardenal O’Malley ha estado al frente de la archidiócesis de Boston. En el artículo se describen esos veinte años como muy positivos e incluso, en palabras de un profesor de la universidad jesuita Boston College, se dice que “el cardenal O’Malley ha sido un regalo de Dios”.

Para el autor del artículo, el balance positivo se debe sobre todo al tratamiento por el cardenal del tema de los abusos que se habían dado anteriormente en la archidiócesis, una labor que aparentemente justificará que O’Malley sea “recordado” en el futuro y que le valió entrar a formar parte del pequeño grupo de cardenales que aconseja al Papa Francisco. No conozco ese tema, así que no voy a meterme en él, más que para señalar que, como ya es habitual, los 170 millones de dólares (probablemente muchos más) que oficialmente ha pagado la archidiócesis en diversas indemnizaciones no salieron del bolsillo del cardenal ni tampoco de los curas abusadores, sino de los donativos de los fieles. Es decir, una vez más pagaron justos por pecadores.

Sea como fuere, creo que es más conveniente que nos fijemos en otra cuestión que también se trata en el artículo y me parece más importante aún: en los veinte años del cardenal al frente de la diócesis, la asistencia de católicos a Misa en Boston se ha reducido a menos de la mitad. En 2003, unos 316.000 católicos participaban semanalmente en la Misa, mientras que en 2022 esa cifra no llegaba a los 127.000. Supongo que es posible que este año pasado haya subido un poco el número, una vez que se han dejado completamente atrás los efectos de la pandemia, pero aunque hubiera subido un diez o incluso un increíble veinte por ciento, aún no se alcanzaría la mitad de los católicos que asistían a Misa cuando el cardenal llegó a la archidiócesis.

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8.01.24

Imprudencias eclesiales

Gracias a Dios, conozco un gran número de sacerdotes buenos, sabios, llenos de celo, piadosos y bien formados, e incluso algunos a los que me atrevería a considerar cercanos a la santidad. También he conocido a otros bastante menos ejemplares, claro y, aunque resultan mucho menos interesantes, creo que podría ser buena idea dedicar un breve post a un tipo de ellos en particular: los clérigos imprudentes.

Cualquiera que tenga una cierta experiencia de la vida eclesial sabe que los clérigos más imprudentes y narcisistas siempre son los que quieren salir en los medios a pesar de ser unos bocazas cuya única habilidad es la de parlotear incesantemente sin pensar lo que dicen; los que están deseando ser exorcistas cuando el demonio les engaña todos los días en cosas de principiante; los que quieren a toda costa mandar a pesar de que no saben obedecer; los que se empeñan en pontificar sobre altas teologías aunque ni siquiera conocen bien el catecismo, y los que quieren dedicarse a hablar del éxtasis místico sin haber llegado a comprender la ascesis personal más básica. Es decir, siempre los menos indicados para hacer todas esas cosas.

Tradicionalmente, la Iglesia, como sabia Madre y Maestra, les indicaba con cariño que era mejor que se dedicaran a otras cuestiones al alcance de sus capacidades y así eran más felices, daban más gloria a Dios y, sobre todo, no hacían daño a los fieles. Como es lógico, siempre se escapaban algunos, que se obstinaban y al final conseguían lo que creían que querían, con consecuencias generalmente desastrosas para los que estaban alrededor y sobre todo para el propio interesado. No obstante, en general había una especie de sabiduría institucional acumulada en la Iglesia que ponía coto a las imprudencias más grandes.

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4.01.24

El cardenal Fernández se bate en retirada, aunque atacando

Dos semanas después de asegurarnos que la declaración Fiducia supplicans era “suficiente” y no cabía “esperar otras respuestas” (FS 41), el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publica otro documento sobre el tema, una nota de prensa aclaratoria. Parece que el hecho inaudito de que multitud de obispos y conferencias episcopales de todo el mundo hayan rechazado la declaración original ha obligado al Dicasterio a publicar urgentemente algo, lo que fuera, para intentar cubrir el desaguisado. El resultado es una nota de prensa que hiede a pánico y desesperación.

En la nota se hace referencia a las “comprensibles manifestaciones de algunas Conferencias episcopales” frente a Fiducia supplicans. Si esas reacciones resultan inauditas, pero a la vez son comprensibles, ¿no significa eso necesariamente que el documento en sí fue una chapuza inaudita? Porque, si los obispos, que nunca se atreven a cuestionar lo que viene de Roma, de pronto han rechazado en gran número esta declaración y esa reacción es “comprensible”, nos vemos obligados a deducir que hay un grave problema en la propia declaración.

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2.01.24

Cuatro casos prácticos (y medio) de aplicación de Fiducia supplicans

Estos últimos días hemos hablado mucho sobre Fiducia supplicans, el documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que permite dar la bendición a las parejas en situación matrimonial irregular o del mismo sexo. Hay que reconocer que, en el plano teórico, en el texto del documento se ofrecen múltiples garantías de que estas bendiciones no se van a utilizar de forma indebida, para saltarse la doctrina católica sobre la sexualidad y el matrimonio.

En el documento se nos asegura, por ejemplo, que con las bendiciones “no se pretende legitimar nada, sino sólo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor”, que son “un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor” y están destinadas a personas que “desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida”, para “responder a la voluntad del Señor” y que el ministro puede pedir para las personas bendecidas “la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad”. En ese sentido, se reconoce que “la Iglesia no tiene potestad para conferir su bendición litúrgica cuando ésta, de alguna manera, puede ofrecer una forma de legitimidad moral a una unión que presume de ser un matrimonio o a una práctica sexual extramatrimonial”. Resumiendo, según el documento, las bendiciones permitidas están dirigidas a personas que quieren pedir la ayuda de Dios para salir del pecado y cumplir la voluntad de Dios y en ningún caso pueden ofrecer legitimidad a las prácticas sexuales extramatrimoniales.

Como, por desgracia, es frecuente que las palabras se las lleve el viento, los lectores estarán de acuerdo en que conviene contrastar esas palabras con los hechos. Dos semanas después de la firma de Fiducia supplicans podemos considerar cuatro casos prácticos (o mejor, cuatro y medio) de aplicación de la misma, para comprobar si esas garantías que nos ofrecía eran reales. Como dice el proverbio ruso que recordó Reagan en relación con el desarme nuclear: confía, pero verifica.

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