InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: General

26.06.24

No es (solo) la liturgia

En el artículo anterior, la conversación sobre los nuevos ornamentos litúrgicos encargados para la catedral de Notre Dame, en París, desembocó en una discusión sobre la liturgia antigua y la liturgia nueva, como ya ha sucedido anteriormente con múltiples otros temas. Esas discusiones, aunque interesantes, suelen ser poco productivas por la imprecisión de los términos utilizados (¿de qué sirve discutir sobre si se creó un nuevo rito o no sin haber definido antes lo que constituye un rito?), el lógico desconocimiento de muchos lectores sobre un tema tan inmenso como es la historia de la liturgia o la confusión entre aspectos esenciales y accidentales de la liturgia, entre otros muchos obstáculos para que la discusión pueda llegar a buen puerto (o, simplemente, a algún puerto).

A mi juicio, sin embargo, el principal problema de esas discusiones es el enfoque, que a menudo se restringe demasiado a las cuestiones litúrgicas, cuando lo que se está analizando es un proceso mucho más amplio. La vida de la Iglesia es inmensamente rica y la liturgia es solo un aspecto de ella. Un aspecto importantísimo o, mejor dicho, esencial, pero solo un aspecto. Del mismo modo que un buen médico, al considerar los problemas de un órgano, tiene también en cuenta todos los demás y su interacción, la consideración de los problemas litúrgicos de la Iglesia debe considerarse en conjunto con los demás problemas que está sufriendo en este tiempo de grave crisis.

No es casualidad que, además de problemas litúrgicos, resulten evidentes en la Iglesia los considerables problemas disciplinares, de fe, pastorales, de apostasía masiva, de mundanidad galopante, de autoridad, de teología, de moral e incluso de identidad, conocidos por todos los que siguen, aunque sea someramente, los asuntos eclesiales. No son problemas separados que, de alguna forma, han coincidido en el tiempo por azar, sino aspectos múltiples de un único y grave mal que aqueja hoy a nuestra madre la Iglesia.

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22.06.24

16.05.24

Pedid y os quedaréis cortos

En los ambientes progresistas, pedir cosas a Dios tiene mala prensa. Varias veces hemos discutido en este blog a “teólogos” que afirmaban que no tiene sentido pedir cosas a Dios, porque, o bien ya sabe lo que queremos y no tiene sentido pedírselo o Dios no interviene en los asuntos humanos o incluso no es capaz de intervenir. Uno sospecha que el verdadero problema está en que para pedir algo a Dios se requiere tener fe y no andan muy sobrados de ella. En fin, está claro que, como decía Chesterton, hay algunas tonterías tan absurdas que, para decirlas, hace falta haber estudiado.

¡Lejos de nosotros esas sandeces! Pidamos cosas a Dios y pidámoselas a menudo y con sencillez, como hace un niño con su padre. Dios está deseando que le pidamos lo que necesitemos. Es más, nos ha mandado que lo hagamos, al enseñarnos el padrenuestro o al prometernos pedid y recibiréis. Nuestras oraciones de petición siempre son escuchadas y, cuando nos parece que no lo son, generalmente es porque Dios nos ha dado mucho más de lo que pedíamos o imaginábamos.

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1.05.24

¿Qué diremos?

He encontrado por casualidad en Internet (si es que existen las casualidades) esta foto de un faquir o asceta de la India del siglo XIX. El hombre, buscando mortificarse, había hecho que soldaran esa especie de reja que llevaba al cuello para no poder quitársela y que le impidiera tumbarse. Sobrecogedor, pero no era un caso único: en la India había y sigue habiendo gente como esa a patadas.

Me he quedado un rato mirando la fotografía y no he podido evitar admirarme del tremendo esfuerzo realizado por ese pagano en su búsqueda de algo que, en realidad, no conocía. No había oído hablar del Crucificado y, sin embargo, instintivamente intentaba parecerse a Aquel que no tenía dónde reclinar la cabeza; no sabía que existía el cielo, pero lo anhelaba más que todas las comodidades de la tierra; no había descubierto la Perla preciosa y, aun así, había dado todas sus riquezas solo por la posibilidad de encontrarla algún día.

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25.04.24

Experimento concluido: el modernismo está acabado

Siento no haber podido participar en el blog estos últimos días, pero, como no hay mal que por bien no venga, eso ha permitido realizar un experimento muy interesante. Como recordarán, el último artículo trataba sobre la postura de un lector orgullosamente modernista, que comenta con varios seudónimos, pero últimamente suele utilizar el de Hugo Z. Hazkenbush. Por supuesto, su postura no es interesante porque sea su postura personal, sino porque, como decía, tiene una especial habilidad para asumir todos los presupuestos del modernismo “católico” y, en ese sentido, resulta un estupendo atajo para entender a este.

Durante los pasados días, D. Hugo, que se confiesa “modernista hasta las trancas”, ha podido exponer su postura con toda la libertad del mundo y el resultado ha sido muy revelador, mostrando que el modernismo “católico” lleva inevitablemente a su propio fracaso y disolución, porque en realidad no es otra cosa que una etapa intermedia antes de llegar al escepticismo y el agnosticismo más profundos. No es que nosotros lo digamos, es lo que se deduce de las propias palabras de los modernistas. Veámoslo.

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